Asimov: Fundación, Psicohistoria y Cientificismo

Asimov Fundación, Psicohistoria y Cientificismo

Isaac Asimov es una figura monumental y la fundación una de las sagas de ciencia ficción más importantes de todos los tiempos. Hoy dedicamos nuestro vídeo a explorar a este gran autor y este gran ciclo.

Primero, hablamos de la biografía de Asimov y sus principales novelas y libros. En segundo lugar, nos centramos en la trilogía de la Fundación y sus secuelas y precuelas. Después, analizamos la psicohistoria y sus posibilidades, luego discutimos qué es el cientificismo y su fuerza como teoría, para terminar con una conclusión sobre todo lo visto.

Así que recuerda los tres teoremas de la cuantitividad psicohistórica, que la verdad científica está más allá de la lealtad y que la violencia es el último refugio de los incompetentes, ¡porque empezamos!

ASIMOV

Isaac Asimov nació el 2 de enero de 1920 en Petrovichi, una pequeña localidad de la entonces República Soviética de Rusia. Su familia, judíos asquenazíes, emigró a los Estados Unidos cuando él tenía apenas tres años, huyendo de las dificultades económicas y la inestabilidad política de la Rusia postrevolucionaria. Se establecieron en Brooklyn, Nueva York, donde sus padres abrieron una tienda de golosinas. Isaac creció en este entorno humilde, ayudando en el negocio familiar. Aunque su lengua materna era el yiddish, aprendió inglés rápidamente y desde una edad temprana mostró un gran interés por la lectura y los libros.

Asimov destacó académicamente desde niño, devorando lecturas de la tienda de sus padres, sobre todo revistas de ciencia ficción pulp. Fascinado por el conocimiento, Asimov fue un estudiante brillante. Ingresó en el City College de Nueva York y más tarde, en 1939, se graduó en química por la Universidad de Columbia. En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, comenzó a trabajar como químico en la Estación Experimental Naval de Filadelfia, pero nunca dejó de lado su pasión por la escritura.

Finalmente, Asimov decidió continuar su educación formal. Obtuvo su doctorado en bioquímica en 1948 en la Universidad de Columbia, y tras completar sus estudios, se convirtió en profesor asociado en la Universidad de Boston, donde desarrollaría su carrera académica paralelamente a su prolífica actividad literaria.

El amor de Asimov por la ciencia ficción comenzó desde joven, como hemos comentado, inspirado por escritores como H.G. Wells y Edgar Allan Poe, pronto comenzó a escribir sus propios relatos. Su primer cuento de ciencia ficción, “Varados frente a Vesta”, o “Aislados de Vesta”, o “A la deriva sobre Vesta”, según la traducción, “Marooned Off Vesta” en el original. Fue publicado en 1939 en la revista Amazing Stories. Sin embargo, su verdadero salto como escritor ocurrió cuando empezó a colaborar con John W. Campbell, el editor de la influyente revista Astounding Science Fiction.

Hemos hablado de todas estas revistas en otros posts. Os dejo uno, por ejemplo el de invasiones extraterrestres.

Fue bajo la tutela de Campbell que Asimov desarrolló sus ideas más ambiciosas. En 1942, publicó el primer relato de lo que sería la serie Fundación o el ciclo de Trantor, basada en la idea de la “psicohistoria”, una ciencia ficticia que combina matemáticas y sociología para predecir el comportamiento de las masas a lo largo del tiempo. La trilogía original de Fundación se convertiría en uno de los pilares de la ciencia ficción moderna, explorando el destino de un imperio galáctico en declive y la creación de una sociedad secreta destinada a preservar el conocimiento científico.

Otro de sus aportes más importantes a la ciencia ficción fue la serie de los robots. En esta serie introdujo las Tres Leyes de la Robótica, un conjunto de reglas diseñadas para guiar el comportamiento de los robots y proteger a los humanos, concepto revolucionario que influyó tanto en la ciencia ficción como en la robótica real. Pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Isaac Asimov fue un escritor muy exitoso de ciencia ficción. Junto con Robert A. Heinlein y Arthur C. Clarke,  fue reconocido en vida como uno de los «tres grandes» escritores del género.

Además, desde su infancia, sintió una pasión inagotable por la ciencia y el conocimiento, y a lo largo de su vida escribió más de 500 libros, muchos de ellos dedicados a explicar la ciencia de manera accesible para el público general,siendo uno de los divulgadores científicos más influyentes del siglo XX

Su obra de divulgación abarcó campos tan diversos como la física, la astronomía, la biología, las matemáticas y la historia. Algunos de sus libros más famosos en este ámbito son El Universo (1966), donde exploraba los misterios del cosmos, y El cerebro humano (1964), un análisis profundo pero accesible sobre la neurociencia. Pero además, también son famosas sus obras sobre historia, donde describe por ejemplo el imperio romano o las influencias históricas de la biblia, de una forma muy interesante. Si fuera millenial, hubiera sido un youtuber de los que haría temblar a CdeCiencia o Santaolalla. Asimov creía firmemente que la ciencia debía ser entendida por todos y que, a través de la educación, el público podría tomar decisiones más informadas sobre los desafíos de su tiempo.

Fue un maestro en hacer comprensibles conceptos complejos y abstractos, y sus textos se caracterizaban por un estilo claro y ameno. Esta labor lo convirtió en una figura destacada en la educación científica, siendo admirado tanto por lectores como por otros científicos.

Asimov fue profundamente influenciado por el racionalismo y el humanismo,, que impregnaron tanto su vida personal como sus escritos. Desde una edad temprana, se sintió atraído por el poder explicativo de la ciencia y por su capacidad para mejorar la vida humana. A pesar de sus orígenes judíos, Asimov se describía a sí mismo como un ateo y creía firmemente que la humanidad debía depender de la razón y la evidencia científica para resolver sus problemas, llegando a caer en algunas ocasiones en el cienticifismo, como comentaremos luego.

Asimov es uno de estos autores en los que su obra está impregnada de su filosofía, como Pullman, Moorcock o como Lewis.

Tenía una visión optimista del futuro, incluso un poco naive a veces, y creía en el progreso, siempre que la humanidad se comprometiera con el aprendizaje, la racionalidad y el uso ético de la tecnología. A menudo exploraba las tensiones entre la ciencia y la religión, y aunque siempre se posicionó del lado de la ciencia, reconocía las complejidades y las implicaciones éticas de los avances científicos.

A lo largo de su vida, Isaac Asimov fue un firme defensor del progreso científico y de la importancia de una sociedad educada. Durante la Guerra Fría, expresó sus preocupaciones sobre la carrera armamentista nuclear y el uso de la ciencia con fines destructivos. En sus escritos y conferencias, abogaba por la paz, la cooperación internacional y el uso de la ciencia para mejorar la vida de las personas, en lugar de para el dominio militar o político.

En términos sociales, fue un feminista declarado. Creía en la igualdad de género y en el papel que las mujeres podían desempeñar en la ciencia y la tecnología. En varias de sus obras de ciencia ficción, presentó personajes femeninos fuertes y competentes, una rareza en el género durante gran parte del siglo XX.

También fue un crítico del anti-intelectualismo que veía crecer en la sociedad estadounidense, una preocupación que expresó en numerosas ocasiones. Su famoso ensayo “A Cult of Ignorance” (1980) aborda cómo la falta de respeto por el conocimiento y la educación estaba afectando negativamente a la política y la sociedad. Para él, la educación y la ciencia eran las herramientas esenciales para garantizar un futuro próspero y evitar el colapso de la civilización, un tema recurrente en sus novelas de ciencia ficción. En su última época, Asimov destacó también por su conciencia ecológica.

En todo caso, igual que Moorcock, Asimov no compraba discursos oficiales y era un libre pensador. Por ejemplo, se enfrentó a la izquierda con su defensa férrea de la energía nuclear, y desató mucha polémica cuando criticó las tácticas de los activistas progresistas de finales de los 60, que él consideraba irracionales.

Isaac Asimov falleció el 6 de abril de 1992, a la edad de 72 años. Su muerte fue el resultado de complicaciones derivadas del sida, del que se había contagiado tras una trasfusión derivada de sus problemas cardíacos. Dejó un legado monumental en la literatura y la divulgación científica, y su muerte fue un momento de gran tristeza para sus lectores y el mundo literario.

LA FUNDACIÓN

La saga Fundación o el ciclo de Trantor, de Isaac Asimov es una de las obras más influyentes y emblemáticas de la ciencia ficción. La idea de la serie surgió a principios de la década de 1940, cuando Asimov, un joven escritor de ciencia ficción, comenzó a leer sobre historia y se interesó por la obra de Edward Gibbon, específicamente su monumental libro La historia de la decadencia y caída del Imperio Romano.

Inspirado por la narrativa del colapso de los grandes imperios y las tensiones de la Segunda Guerra Mundial, Asimov comenzó a desarrollar un universo de ciencia ficción en el que un vasto Imperio Galáctico estaba en proceso de desmoronarse, y un grupo de científicos buscaba salvar el conocimiento humano.

Asimov incorporó la idea de la anaciclosis del historiador griego Polibio, que describe cómo las sociedades pasan por ciclos de crecimiento y decadencia en su historia a través de la psicohistoria, una ciencia ficticia que combina matemáticas, psicología y sociología para predecir el comportamiento de grandes poblaciones a lo largo del tiempo.

La serie de Fundación fue inicialmente publicada como una serie de relatos en la revista Astounding Science Fiction entre los 40 y los 50, bajo la supervisión del influyente editor John W. Campbell.

La primera novela consiste en cinco relatos:

  1. El primero, Los psicohistoriadores (The Psychohistorians), fue escrito directamente para el libro, que reúne los otros cuatros publicados en Astounding. Fue Publicado en 1951 y es el inicio del libro Fundación.
  2. El segundo relado, Los enciclopedistas (The Encyclopedists) fuePublicado en Astounding en mayo de 1942 como Foundation.
  3. Los alcaldes (The Mayors) – es el tercero. Publicado en junio de 1942 como Bridle and Saddle.
  4. El cuarto se llama Los comerciantes (The Traders). Publicado en agosto de 1944 como The Wedge.
  5. Finalemtne, Los príncipes comerciantes (The Merchant Princes fue Publicado en octubre de 1944 como The Big and the Little.

La segunda novela son dos relatos:

  1.  El general (The General) – Publicado en el número de abril de Astounding en 1945 como Dead Hand (La mano muerta)
  2. El Mulo (The Mule) Publicado en los números de noviembre y diciembre de 1945 como The Mule (El Mulo)

Y la tercera otros dos:

  1. El Mulo inicia la búsqueda (Search by the Mule) – Publicada en el número de enero de 1948 de Astounding como Now You See It… (Ahora lo ves…).
  2. La búsqueda de la Fundación (Search by Foundation) – Publicada en los números de noviembre y diciembre de 1949 y enero de 1950 de Astounding como …And Now You Don’t (…Y ahora no).

Posteriormente, estos relatos fueron recopilados en libros: Fundación (1951), Fundación e Imperio (1952) y Segunda Fundación (1953). La recepción inicial fue positiva, especialmente entre los lectores de ciencia ficción, quienes apreciaban la complejidad intelectual y el enfoque original de Asimov.

Sin embargo, no fue hasta la década de 1960, cuando la trilogía fue reeditada, que Fundación ganó un lugar destacado dentro de la literatura de ciencia ficción, convirtiéndose en una de las obras fundamentales del género. En 1966, Asimov ganó el Premio Hugo a la mejor serie de ciencia ficción de todos los tiempos, un reconocimiento que consolidó su importancia literaria.

La trilogía original de Fundación sigue un esquema estructural basado en la idea de ciclos históricos. La historia comienza con el matemático Hari Seldon, quien desarrolla la ciencia de la psicohistoria, una disciplina que puede prever el colapso del Imperio Galáctico y el caos resultante. Para reducir el periodo de oscuridad que seguirá a la caída del Imperio, Seldon crea la Fundación, una institución destinada a preservar el conocimiento y acelerar el renacimiento de una nueva civilización.

A lo largo de la serie, el protagonismo no recae en personajes individuales, sino en la Fundación como entidad y en una serie de figuras clave que representan diferentes épocas y desafíos. Entre los personajes más destacados están:

  • Hari Seldon: El creador de la psicohistoria, cuya previsión y plan para salvar la civilización constituyen el núcleo de la trama.
  • Salvor Hardin: El primer alcalde de Terminus, una figura pragmática que utiliza la política para proteger a la Fundación en sus primeras crisis.
  • El Mulo: Un mutante con poderes psíquicos que altera el curso previsto por la psicohistoria, representando el caos e imprevisibilidad del destino humano.

La narrativa de Fundación es coral y se desarrolla a través de una serie de crisis, conocidas como las Crisis de Seldon, momentos clave predichos por la psicohistoria que requieren decisiones críticas para asegurar el futuro de la Fundación. A medida que la saga avanza, la Fundación enfrenta desafíos externos, como las fuerzas del Imperio decadente, y amenazas internas, como el ascenso de dictadores y crisis políticas.

Uno de los temas más fascinantes es la tensión entre el destino y el libre albedrío. La psicohistoria sugiere que los eventos a gran escala pueden ser predichos y manipulados, pero el surgimiento de personajes imprevisibles, como el Mulo, desafía esta noción. A través de esta dinámica, Asimov plantea preguntas filosóficas sobre el poder del individuo frente a las fuerzas históricas y colectivas.

En cuanto al estilo, la narrativa de Asimov se caracteriza por su enfoque en la lógica y la razón, con poca atención al desarrollo emocional de los personajes. En su lugar, la historia se centra en las ideas, los desafíos intelectuales y las soluciones pragmáticas a problemas complejos.

Vaya maravilla de libros, la verdad. Cómo los disfruté de adolescente. El impacto de Fundación en la ciencia ficción es difícil de exagerar. Asimov no solo creó una obra monumental en términos de ideas y narrativa, sino que sentó las bases para un subgénero de ciencia ficción centrada en la civilización y el destino de las sociedades, conocido como space opera intelectual.

Obras como Dune de Frank Herbert tomarán ideas de Asimov sobre imperios galácticos y el control racional del destino humano, aunque desde perspectivas críticasasí, el Dune de Herbert invierte la idea del héroe racionalista, mostrando cómo los intentos de predecir o controlar el futuro pueden llevar a la tiranía.

Hablamos de Dune, por cierto, en otro post.

Dune y Fundación abordan temas similares, pero desde ángulos opuestos. Mientras que Asimov presenta una visión optimista del control racional y científico del futuro, Herbert ofrece una crítica a esa idea, sugiriendo que cualquier intento de controlar el destino humano, ya sea a través de la ciencia o de individuos mesiánicos, conlleva peligros incontrolables. En Fundación, el villano es el Mulo, una anomalía impredecible que amenaza el orden establecido y los héroes, la fundación, que pretenden mantener el orden; en Dune, el mulo sería el héroe, en cambio, y la fundación los villanos.

Y aun así, el héroe, Paul Atreides es quien, con sus poderes predestinados, se convierte en una fuerza destructiva, lo que subraya la desconfianza de Herbert hacia cualquier forma de control absoluto.

El concepto de psicohistoria ha inspirado no solo a escritores de ficción, sino también a científicos y filósofos, quienes han reflexionado sobre la posibilidad de prever el comportamiento social y los destinos históricos a través de la estadística, la sociología y la inteligencia artificial.

En la cultura popular, Fundación ha sido citada como una influencia clave en franquicias como Star Wars o Battlestar Galactica, que exploran temas de imperios galácticos, rebeliones y ciclos de decadencia y renacimiento.

El legado de Fundación trasciende la ciencia ficción. La obra de Asimov influyó en la forma en que los escritores, académicos y lectores piensan sobre el futuro de la humanidad y el papel de la ciencia en la sociedad. Asimov fue un optimista racionalista que creía en el progreso humano guiado por el conocimiento, y su obra refleja esa fe en el poder de la ciencia para prever, controlar y mejorar el destino humano.

Fundación sigue siendo relevante hoy en día, no solo como una obra maestra de la ciencia ficción, sino como una reflexión profunda sobre el futuro de las civilizaciones, la capacidad del ser humano para prever su destino, y las limitaciones de la ciencia para controlar la complejidad de la historia.

LA FUNDACIÓN: añadidos

La fundación nace como una serie de relatos que componen la conocida como trilogía de Trantor, o ciclo de Trantor. Pero Después de la trilogía original, Asimov regresó al universo de Fundación a partir de la década de 1980, ampliando la serie con nuevas precuelas y secuelas que exploraban los orígenes y el destino final de la Fundación y el Imperio Galáctico.

1. Los Límites de la Fundación (1982) y Fundación y Tierra (1986)

En estas dos secuelas, Asimov continuó la historia desde donde terminó Segunda Fundación. Los Límites de la Fundación introduce a Golan Trevize, un consejero de la Fundación que se embarca en una búsqueda para descubrir la verdad detrás del plan de Seldon. Trevize finalmente cuestiona la idea de que el destino de la humanidad debe estar controlado por la psicohistoria y el Segundo Imperio Galáctico.

En Fundación y Tierra, Trevize continúa su búsqueda, esta vez tratando de encontrar el mítico planeta Tierra, el supuesto origen de la humanidad, y descubre secretos que alteran el entendimiento de la historia galáctica. En estas novelas, Asimov reflexiona sobre el destino final de la humanidad, el libre albedrío y si una sociedad planificada científicamente es el único camino hacia la estabilidad.

2. Preludio a la Fundación (1988) y Hacia la Fundación (1993)

Estas dos novelas precuelas exploran los orígenes de Hari Seldon y el desarrollo de la psicohistoria. En Preludio a la Fundación, Seldon es un joven matemático que empieza a desarrollar sus teorías sobre la psicohistoria mientras escapa de las amenazas políticas del Imperio Galáctico. La novela proporciona contexto sobre los primeros años de Seldon y los desafíos que enfrentó para formular su visión de un futuro predecible.

En Hacia la Fundación, Asimov sigue profundizando en el personaje de Seldon, sus colaboradores y los obstáculos políticos e intelectuales que enfrenta para establecer la Fundación y asegurar su plan de largo plazo. Estas novelas complementan la saga al ofrecer una visión más personal de Seldon y los comienzos del proyecto que dominará el futuro de la galaxia.

En este contexto, esta sería la guía de publicación de la Fundación:

  1. Trilogía de la Fundación, o Ciclo de Trántor (Foundation):
    1. Fundación (Foundation) (1951)
    1. Fundación e Imperio (Foundation and Empire, o The Man Who Upset the Universe) (1952)
    1. Segunda Fundación (Second Foundation) (1953)
  2. Serie Fundación extendida (Extended Foundation):
    1. Los límites de la Fundación (Foundation’s Edge) (1982)
    1. Fundación y Tierra (Foundation and Earth) (1986)
  3. Serie Precuelas de la Fundación (Fundation prequels):
    1. Preludio a la Fundación (Prelude to Foundation) (1988)
    1. Hacia la Fundación (Forward the Foundation) (1993), publicada póstumamente

Y esta una guía de lectura correcta de la Fundación, no por orden cronológico de cuando fue escrita o publicada cada novela, sino por su orden en la historia:

Ciclo de la Fundación (o Ciclo de Trántor )

1. Preludio a la Fundación (Prelude to Foundation, 1988)

2. Hacia la Fundación (Forward the Foundation, 1993)

3. Fundación (Foundation, 1951)

4. Fundación e Imperio (Foundation and Empire, 1952)

5. Segunda Fundación (Second Foundation, 1953)

6. Los límites de la Fundación (Foundation’s edge, 1982)

7. Fundación y Tierra (Foundation and Earth, 1983)

LA PSICOHISTORIA

La psicohistoria es uno de los conceptos más innovadores de la saga Fundación de Isaac Asimov. Se presenta como una ciencia ficticia que combina la historia, la sociología y las matemáticas para predecir el comportamiento futuro de grandes poblaciones humanas. Creada por el personaje de Hari Seldon, la psicohistoria puede prever, con un grado considerable de exactitud, los acontecimientos que afectarán a civilizaciones enteras, siempre que se trate de un número suficientemente grande de personas y los individuos no intervengan de forma impredecible. Es decir, mientras que el comportamiento individual es caótico, el de las masas es susceptible de ser modelado y anticipado.

La psicohistoria se convierte en el eje de la trama de la saga, ya que el plan de Seldon busca minimizar el período de caos tras el colapso del Imperio Galáctico. Su objetivo es reducir una era de barbarie de 30,000 años a solo 1,000, mediante la creación de la Fundación, una organización científica que preservará el conocimiento humano y guiará a la civilización hacia su renacimiento.

La psicohistoria es la combinación de tres disciplinas clave:

  1. Historia: La base de la psicohistoria es el estudio de los patrones históricos de ascenso y caída de imperios. Asimov se inspiró en obras como La Historia de la Decadencia y Caída del Imperio Romano de Edward Gibbon, que documenta cómo las civilizaciones tienden a seguir ciclos de crecimiento, estabilidad y colapso.
  2. Sociología: La psicohistoria también se fundamenta en el comportamiento de grandes grupos humanos. Asimov sugiere que mientras las decisiones individuales son impredecibles, las sociedades tienden a seguir patrones estadísticos consistentes, lo que permite hacer predicciones a gran escala.
  3. Matemáticas: Finalmente, la psicohistoria utiliza modelos matemáticos complejos para convertir las variables históricas y sociológicas en ecuaciones que predicen el comportamiento de las masas. En la obra de Asimov, estas ecuaciones pueden prever el curso de los eventos políticos, sociales y económicos, siempre y cuando se cumplan ciertas condiciones, como el aislamiento de las masas de cualquier factor disruptivo inesperado, como lo representa el personaje del Mulo, un mutante con habilidades psíquicas que desafía las predicciones.

La idea de que la historia sigue ciclos de ascenso y declive ha sido defendida por diversos filósofos e historiadores a lo largo de la historia. Uno de los primeros en proponer esta idea fue Polibio, un historiador griego que desarrolló la teoría de la anaciclosis, la cual sugiere que las sociedades pasan por ciclos repetidos de diferentes sistemas de gobierno: monarquía, aristocracia y democracia, seguidos de sus respectivas degeneraciones: tiranía, oligarquía y oclocracia (gobierno de la multitud).

En la Edad Moderna, el filósofo alemán Oswald Spengler, en su obra La Decadencia de Occidente, también defendió una visión cíclica de la historia. Spengler veía a las civilizaciones como organismos vivos, que nacen, florecen y finalmente decaen, independientemente de las acciones individuales de sus líderes.

Otro defensor de esta visión fue Arnold J. Toynbee, quien en Estudio de la Historia argumentaba que las civilizaciones colapsan cuando no logran adaptarse a los desafíos que enfrentan, lo que lleva a un ciclo de crecimiento y decadencia similar al descrito por Spengler.

Estas teorías recuerdan también a los ciclos de Kondatrief, que aunque se centran en el çambito económico describe diferentes fases de crisis y aceleración que funcionan de forma cíclica.

Estos pensadores influyeron en la concepción de la psicohistoria de Asimov, al proporcionar un marco teórico que sugiera que el comportamiento humano, incluso a nivel social y civilizacional, sigue patrones que pueden ser comprendidos, modelados y, en última instancia, predichos.

En la vida real, la creación de una ciencia como la psicohistoria, que pueda predecir el comportamiento humano a gran escala, plantea grandes desafíos tanto teóricos como prácticos. Si bien las ciencias sociales, como la sociología y la economía, han intentado predecir tendencias en grupos humanos mediante el uso de estadísticas, estas disciplinas no pueden controlar todas las variables involucradas en el comportamiento humano.

Uno de los principales obstáculos es el efecto caótico de los eventos impredecibles, así como la complejidad inherente al comportamiento humano. Mientras que se pueden hacer predicciones basadas en datos históricos, estas predicciones solo pueden abarcar ciertas tendencias generales. Eventos únicos o disruptivos, como las guerras, las revoluciones tecnológicas o figuras fuera de lo común, pueden desviar completamente el curso de la historia.

En los últimos años, ha habido avances en el uso de inteligencia artificial y modelos predictivos que permiten anticipar algunos comportamientos sociales. Por ejemplo, los modelos de big data y machine learning han demostrado ser efectivos para predecir comportamientos de mercado, tendencias electorales y movimientos sociales. Sin embargo, estas herramientas no alcanzan el nivel de precisión y control que sugiere la psicohistoria en Fundación, y pensar que lo harán pronto sería caer en una falacia historicista.

De hecho, la psicohistoria en general es un poco una gran falacia historicista, un tipo de argumento que asume que un evento o fenómeno social, político o cultural es inevitable o que debe seguir un determinado curso de desarrollo simplemente porque así ha sucedido en el pasado. Se basa en la idea de que la historia se desarrolla de manera lineal y predecible, lo que lleva a la conclusión de que ciertos resultados son inevitables, ignorando la complejidad y la contingencia de los procesos históricos.

Con todo, si alguna vez fuera posible desarrollar una disciplina similar a la psicohistoria, las implicaciones éticas serían enormes. El poder de prever el futuro y manipular el destino de las civilizaciones podría concentrarse en manos de una élite tecnocrática, lo que plantea cuestiones sobre la libertad individual y el derecho a decidir sobre el propio destino. Además, una ciencia como la psicohistoria podría justificar la imposición de decisiones paternalistas, donde un grupo de expertos podría manipular a las masas por lo que consideran un “bien mayor”, lo que amenaza con la creación de un régimen autoritario o tecnocrático.

En términos prácticos, otro desafío sería la interpretación correcta de los datos. La complejidad del comportamiento humano podría llevar a errores catastróficos en la predicción, lo que podría resultar en decisiones equivocadas que, lejos de mitigar el caos, lo agravarían. Además, el riesgo de reduccionismo es alto, al suponer que las matemáticas y la sociología pueden explicar completamente la experiencia humana sin tener en cuenta factores culturales, emocionales y psicológicos que son difíciles de cuantificar.

EL CIENTICIFISMO

Además de la falacia historicista, el optimismo natural de Asimov hacia la ciencia le lleva a caer en algunos momentos en argumentos que podrían considerarse cienticifistas, a pesar de que el propio autor reconociera que él no se adscribía a esa filosofía.

El cientificismo es una postura que afirma que la ciencia es la única fuente válida de conocimiento y que puede abordar y resolver todas las preguntas sobre la realidad, la existencia humana y los problemas sociales. En su forma más extrema, el cientificismo sostiene que las metodologías científicas son superiores a cualquier otro método de investigación o análisis, como la filosofía, el arte, la religión o la intuición. A menudo, esta postura lleva a ver la ciencia como una forma de conocimiento indiscutible, que debería aplicarse a todos los aspectos de la vida.

Aunque el cientificismo ha jugado un papel crucial en el desarrollo del racionalismo moderno y en la expansión del conocimiento científico, también ha sido objeto de críticas por su tendencia a ignorar o minimizar aspectos de la experiencia humana que no pueden ser explicados ni reducidos por la ciencia. De hecho, en filosofía de la ciencia es una postura bastante superada, a pesar de que en la sociedad en general y en algunos científicos con pocos conocimientos filosóficos todavía sigue calando bastante.

Isaac Asimov, aunque no fue un defensor explícito del cientificismo, al menos en su forma más extrema, es uno de los autores de ciencia ficción que más firmemente abrazó la fe en la ciencia y el racionalismo como las principales herramientas para mejorar la condición humana. A través de sus obras, especialmente en la saga Fundación, Asimov demostró una profunda creencia en la capacidad de la ciencia para prever, controlar y guiar el destino de las sociedades humanas.

Uno de los mejores ejemplos de la influencia del cientificismo en la obra de Asimov es la psicohistoria, una ciencia ficticia que combina matemáticas, historia y sociología para predecir el comportamiento de masas. En Fundación, la psicohistoria permite a sus practicantes prever el futuro de grandes civilizaciones, y la Fundación, como institución científica, se encarga de manipular esos eventos para asegurar un futuro ordenado y progresivo tras el colapso del Imperio Galáctico.

La obra de Asimov está impregnada de optimismo científico, y aunque explora las complejidades y peligros del uso indebido de la ciencia y la tecnología, en última instancia, confía en que la razón y el conocimiento científico pueden resolver los problemas más graves que enfrenta la humanidad.

Aunque la ciencia ha proporcionado herramientas poderosas para comprender muchos aspectos de la realidad, el cientificismo presenta varias limitaciones al tratar de reducir toda forma de conocimiento a lo que puede ser medido y observado. A continuación, analizamos varios argumentos en contra del cientificismo:

El reduccionismo es una de las críticas más recurrentes al cientificismo. Esta postura sostiene que todo conocimiento válido debe basarse en lo que se puede medir, cuantificar y observar de forma empírica, excluyendo otras formas de comprensión como la filosofía, el arte o la ética.

La ciencia, en su búsqueda de un entendimiento cuantitativo, tiende a excluir deliberadamente los aspectos cualitativos de la experiencia humana. De hecho, gran parte del éxito de la ciencia se explica gracias a este método y a sus objetivos, donde es tremendamente eficaz. El cienticifismo sería por tanto como afirmar  que un termómetro demuestra que no hay nada más en el mundo que temperatura.

Pero esto conduce a una descripción incompleta del mundo, donde se ignoran dimensiones importantes como la emoción, la estética y la moralidad. Así, la ciencia proporciona una visión parcial de la realidad, centrada en la cuantificación y la matematización, lo que limita nuestra comprensión de lo que significa ser humano.

Es que además, al enfocarse únicamente en lo cuantificable, la ciencia no puede validar su propia superioridad en el conocimiento sin ignorar otras formas de comprensión, como la filosofía, la ética y las artes. Aunque la ciencia puede describir fenómenos mediante leyes naturales, no puede ofrecer una explicación última de por qué esas leyes existen o cómo funcionan. Preguntas fundamentales sobre el origen del universo, la naturaleza de la conciencia y el sentido de la existencia quedan fuera del alcance del método científico. Estas cuestiones filosóficas subrayan que la ciencia tiene límites en su capacidad explicativa y que, por tanto, no puede ser la única fuente de conocimiento.

Las experiencias estéticas y las intuiciones morales son fundamentales para nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos, pero no pueden ser reducidas a ecuaciones o explicaciones biológicas. El valor de una obra de arte, o lo que consideramos moralmente correcto, no puede ser determinado exclusivamente por un experimento científico. Todo estos fenómenos involucran factores subjetivos y contextuales que no pueden ser fácilmente cuantificados ni explicados por la ciencia, lo que sugiere que hay otras formas de conocimiento que deben ser valoradas y consideradas.

En este sentido, el cienticifismo es demasiado restrictivo, lo que casa con nuestro segundo argumento en contra del mismo, que es la Falsabilidad.

La falsabilidad es un criterio propuesto por el filósofo de la ciencia Karl Popper, que sugiere que para que una teoría sea considerada científica, debe ser posible refutarla o demostrar que es incorrecta mediante observación o experimentación. Este principio es una piedra angular del método científico, pero plantea desafíos para muchas áreas del conocimiento que no pueden ser sometidas a pruebas empíricas directas.

Por ejemplo, ciertas teorías cosmológicas o aspectos de la psicología no son completamente falsificables en el sentido popperiano, ya que no pueden ser sometidos a experimentación controlada en el mismo grado que los fenómenos físicos. Esto pone en cuestión la idea de que solo las teorías científicas son válidas. Si bien la ciencia ha avanzado mucho en su capacidad para explicar el universo, no todas las teorías científicas se ajustan estrictamente a los principios de falsabilidad. De hecho, algunas teorías, como las relacionadas con el origen del universo o las estructuras profundas del cerebro, son más especulativas y se basan en marcos teóricos que no pueden ser directamente probados o refutados.

Es más, llevado al extremo, hay cuestiones básicas del día a día que conocemos y que no pueden o no son ser demostradas por la ciencia, como por ejemplo algunas verdades metafísicas: existimos en una realidad donde hay otras personas que también existen y viven sus vidas, que no ha sido creada en el último milisegundo con apareciencia de realidad.

En resumen, que la ciencia es una herramienta poderosa para investigar el mundo físico, pero tiene limitaciones epistemológicas claras. La metodología científica se basa en la observación, la experimentación y el análisis empírico, lo que la hace especialmente eficaz para estudiar fenómenos tangibles y mensurables. Sin embargo, hay fenómenos complejos y subjetivos que no pueden ser abordados completamente por la ciencia.

Un ejemplo claro es la conciencia humana. Si bien la neurociencia ha avanzado enormemente en su comprensión del cerebro, el fenómeno subjetivo de la conciencia sigue siendo un misterio en gran medida inexplicable. ¿Cómo surge la experiencia consciente a partir de procesos neuronales? ¿Cómo se explica el sentido de “ser” o de percibir el mundo de manera subjetiva? Estos son problemas que escapan a la explicación científica en su forma actual, lo que indica que hay límites en cuanto a lo que la ciencia puede conocer.

Además, las experiencias personales, las emociones y las decisiones morales son ámbitos donde la ciencia puede aportar datos, pero no puede ofrecer una comprensión completa. Estos aspectos subjetivos de la vida humana requieren enfoques complementarios desde la filosofía, la psicología o las artes.

La ciencia tampoco puede resolver cuestiones éticas y morales, ya que estas no son susceptibles de ser tratadas mediante métodos científicos. La ciencia puede decirnos cómo funciona el mundo, pero no puede decirnos cómo debemos actuar en él. Las decisiones morales requieren una reflexión filosófica y humanística, ya que involucran valores, deberes y consideraciones de justicia que no se pueden reducir a datos científicos.

Por ejemplo, la manipulación genética es un área donde la ciencia ha hecho grandes avances, pero el debate sobre si es moralmente aceptable modificar el genoma humano está muy lejos de ser una cuestión puramente científica. La ciencia puede decirnos qué es posible, pero no puede decidir lo que es correcto o justo. Estos dilemas requieren deliberación ética, y un enfoque puramente cientificista sería incapaz de abordar adecuadamente las consecuencias morales de tales tecnologías.

La ciencia también depende de su Contexto Histórico y Cultural. Aunque la ciencia pretende ser objetiva, no puede escapar completamente a las influencias del contexto histórico y cultural en el que se desarrolla. Los científicos, como seres humanos, están inmersos en las creencias, prejuicios y valores de su tiempo, lo que puede afectar tanto los resultados científicos como la interpretación de esos resultados.

Un claro ejemplo de esta influencia es la historia de la eugenesia a principios del siglo XX. Lo que se presentó como una ciencia objetiva sobre la mejora de la especie humana estaba profundamente influenciado por los prejuicios raciales y políticos de la época. Las teorías científicas no están aisladas de los valores sociales, y es importante reconocer que la ciencia puede ser utilizada para justificar opresiones o desigualdades, como ocurrió con el darwinismo social o las teorías pseudocientíficas sobre las diferencias raciales.

Este reconocimiento de la influencia cultural en la ciencia es esencial para tener una comprensión más completa y crítica de lo que consideramos conocimiento científico.

Y aquí insisto, no estoy criticando la ciencia, que es una herramienta tremendamente eficaz que nos ha llevado a fronteras que ni imáginabamos apenas hace unos años. Estoy criticando que todo sea ciencia. Y aprovecho este disclaimer para decirte que llevas aquí casi 33 minutos. 33. ¿no te vas a dejar en serio un comentario? ¿qué opinas de esto? ¿crees que la ciencia puede explicar todo y es la única forma de hacerlo valida?

Un último argumento, que resume un poco todos, tomado por cierto de un vídeo de Adictos a la Filosofía, es más sencillo y demoledor. Que la ciencia es el único método de conocimiento fiable es una afirmación que no puede ser demostrada por el método científico  y por lo tanto, de acuerdo al propio cienticifismo, es una teoría equivocada… En el extremo, la ciencia no puede afirmar por sí misma ni siquiera que es una fuente de conocimiento fiable. Como bien subraya Enric, eso sería argumentar en círculos: que la ciencia es una fuente de conocimiento fiable porque lo dice la ciencia y hay que fiarse de lo que dice la ciencia porque es una fuente de conocimiento fiable. Que la ciencia es un método de conocimiento fiable es por tanto una cuestión filosófica: hay que salir del método científico para afirmar esto, y aunque se llegara a la conclusión de que el único método válido es el científico, el sólo hecho de haber llegado a esta conclusión a través de un método externo al científico invalida el cienticifismo. Vamos, que es una teoría que no respeta ni el 101 de las tesis filosóficas.

A ver, el mismo Isaac Asimov, aunque era un optimista racionalista, dejó entrever en algunas de sus obras, como en la historia del Mulo en Fundación, que incluso los sistemas científicos más avanzados pueden fallar ante lo impredecible y lo caótico. En este sentido, su obra también ofrece un matiz crítico al cientificismo, al reconocer que la ciencia tiene sus límites, especialmente cuando se enfrenta a la imprevisibilidad de los individuos y los eventos extraordinarios.

En última instancia, si bien el cientificismo ha permitido grandes avances en la comprensión del mundo, el humanismo —el reconocimiento de la complejidad de la experiencia humana— es igualmente crucial. Las ciencias humanas, las artes y las reflexiones filosóficas nos permiten explorar los aspectos más profundos de la existencia, lo que sugiere que la ciencia, aunque poderosa, es solo una parte de la búsqueda humana por el conocimiento y el significado.

En este contexto, son relevantes las afirmaciones de Elizabeth Stanway, que explora cómo la ciencia ficción a menudo presenta una visión crítica del “cientificismo” y la tecnocracia. Aunque la ciencia ficción se basa en la extrapolación científica, muchos de sus relatos ven con escepticismo la autoridad de los científicos y el potencial peligro de una élite tecnocrática. La crítica se centra en la arrogancia y el distanciamiento emocional que estos gobiernos científicos podrían tener, lo que llevaría a una pérdida de humanidad, libertad personal y valores éticos.

Entre las obras mencionadas están novelas y películas que muestran cómo la tecnocracia o el dominio de una élite científica pueden llevar a sociedades distópicas, donde los líderes tecnocráticos imponen su visión “racional” sin tener en cuenta las emociones humanas. Obras de H.G. Wells y series como Doctor Who son ejemplos que ilustran esta tensión entre ciencia y humanidad.

Isaac Asimov, ofrece en este sentido una perspectiva importante. Aunque era defensor de la ciencia y el conocimiento, reconocía el peligro del anti-intelectualismo en la sociedad. Para él, el cientificismo no debería implicar que la ciencia es infalible, pero sí que la toma de decisiones debería basarse en hechos y datos, no en la ignorancia. Sin embargo, también reconoce que este enfoque puede parecer arrogante o elitista, lo que puede aumentar la desconfianza hacia los científicos.

En resumen, el artículo argumenta que la ciencia ficción ha jugado un papel importante en alimentar la desconfianza hacia la ciencia y los científicos, un fenómeno que sigue afectando temas contemporáneos como la negación del cambio climático y el rechazo a las vacunas.

CONCLUSIÓN

En el ámbito de la literatura, Asimov revolucionó la ciencia ficción. Sus sagas, especialmente “Fundación”, no solo entretienen, sino que también invitan a la reflexión sobre la naturaleza humana, la ética de la inteligencia artificial y el futuro de la civilización. Como divulgador científico, su capacidad para explicar conceptos complejos de manera accesible ayudó a popularizar la ciencia entre el público general. Sus obras de divulgación hicieron que los temas científicos se volvieran atractivos y comprensibles, fomentando un mayor interés por la ciencia en la sociedad. Desde una perspectiva filosófica, abordó cuestiones sobre el libre albedrío, la determinación y el papel de la ciencia en la sociedad. Su concepto de psicohistoria, aunque ficticio, plantea preguntas profundas sobre la previsibilidad del comportamiento humano y el impacto de la historia en el futuro. Su optimismo hacia el progreso científico y tecnológico refleja una creencia en la capacidad del ser humano para superar desafíos a través del conocimiento y la razón.

En conjunto, la obra de este autor nos recuerda la importancia de la ciencia y la racionalidad en la búsqueda del conocimiento y la comprensión del mundo. Su legado perdura no solo en las páginas de sus libros, sino en la forma en que continuamos abordando los dilemas éticos y filosóficos que surgen en nuestra relación con la tecnología y la ciencia.

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por Atreyu

«Fronteras de Fantasía» es un blog fascinante que te llevará a universos llenos de aventura, misterio y magia. Este espacio se dedica a explorar los límites de la imaginación a través de la ciencia ficción, la fantasía heroica, los cómics, los libros, los juegos de mesa y el rol, sin descartar nada porque Fantasia no tiene fronteras.

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