Cine de Espada y Brujería anterior a los 80 (1900-1979)
Hoy continuamos con el cine de fantasía y de Espada y Brujería. Terminamos de cubrir el siglo XX hablando de la mayoría de películas estrenadas antes de los años 80, esto es, desde 1900 hasta 1979. Terminamos así nuestra serie de posts en los que hemos visto las películas de fantasía de la década de 1980 y de 1990.
Empezamos con una breve introducción de los inicios del cine de fantasía y espada y brujería para después pasar a explicar década por década la gran mayoría de películas del género, o al menos las más representativas. Terminamos con una conclusión.
Introducción: El inicio del cine de fantasía
Con este post terminamos de cubrir casi todas las películas de fantasía, al menos las más importantes, del siglo XX:
Cine Espada y Brujería: 1980-1983
Cine Espada y Brujería: 1984-1989
Cine Espada y Brujería: 1990-1999
En el post de hoy cubrimos una época larga, más de 70 años de cine, por lo que es posible que algunas, especialmente las más antiguas, se me hayan pasado. Así que espero que me digas cuáles en comentarios.
A diferencia de la ciencia ficción, que puede presumir de un acta de nacimiento impecable (¡Viaje a la Luna de Méliès en 1902), el género fantástico o la espada o brujería no tiene un inicio tan claro.
Al fin y al cabo hay que remontarse a finales del siglo XIX, el cine acababa de inventarse y aunque ya había mentes creativas intentando capturar la magia en celuloide, en aquellos días, las películas duraban apenas minutos, muchas se han perdido y, para colmo, no siempre está claro qué cuenta como “fantasía” y qué no.
Podríamos dar el título a Rip van Winkle, de 1896, una adaptación del famoso cuento sobre un hombre que duerme durante 20 años… pero era poco más que un hombre durmiendo y despertando viejo. Otra candidata es La Mansión del Diablo de 1896 o 97, según la fuente, también de Méliès como el Viaje a la luna, pero yo creo que es más bien terror gótico. También en 1896, Alice Guy-Blaché dirigió The Cabbage Fairy, algo así como el hada de la col, o del repollo o de la berza. Es incluso anterior a Rip Van Winkle, pero el original se perdió y lo que tenemos es el remake de 1900. Finalmente, en 1899, también de Méliès, hay una adaptación de la Cenicienta.
Probablemente ninguna de estas películas puede reclamar el título en solitario. El cine de fantasía nació de forma gradual, entre experimentos visuales, cuentos tradicionales y mucha imaginación. Lo fascinante es ver cómo, desde sus primeros días, el cine buscó maneras de traer la magia a la pantalla.
1910
Ya entrados en el siglo XX, cabe destacar La espada del espiritista, un fascinante cortometraje mudo de Segundo de Chomón, pionero del cine fantástico y los efectos especiales, a la altura de Georges Méliès. Con una duración de apenas 6 minutos, esta joya del cine primitivo francés (producida por Pathé Frères) mezcla espada y brujería con un toque de comedia, utilizando técnicas innovadoras como el stop-motion y la doble exposición. La trama sigue a un mosquetero que llega a una posada con una espada encantada capaz de animar objetos, provocando un caos mágico cuando un criado la roba. El filme destaca por su inventiva visual, característica de Chomón, quien también se encargó del guion, la dirección y la fotografía.
Otras películas de la época podrían encasillarse dentro del género de fantasía, aunque no con los elementos típicos de la espada y brujería, como por ejemplo la historia de una historia, de Tod Browning en 1915, donde los personajes de una obra toman vida. En 1918 se estrenó el fantasma de la montaña del sueño, con criaturas y monstruos, pero se ha perdido la historia. En principio son peleas de dinosaurios.
Por cierto, que en este mismo año tenemos la primera versión, en cine mudo, del Mago de Oz, por Otis Turner.
1920
Entre 1918 y 1926, la edad dorada del cine mudo, destacan sin duda Los Nibelungos y el Ladrón de Bagdad, ambas de 1924.
El maestro del expresionismo alemán, Fritz Lang, llevó a la pantalla la épica mitología germánica con Los Nibelungos, una obra monumental dividida en dos partes: La muerte de Sigfrido y La venganza de Krimilda. Con una estética gótica, escenarios colosales y una puesta en escena teatral, Lang narra la tragedia de Sigfrido, el dragón Fafnir, la traición y la venganza.
Aunque menos conocida que Metrópolis (1927), Los nibelungos es una obra maestra del cine fantástico oscuro, donde lo sobrenatural y lo humano chocan en un drama de ambición y fatalidad. Su impacto en el cine de fantasía heroica (incluyendo El Señor de los Anillos) es innegable.
En cuanto a El Ladrón de Bagdad, dirigida por Raoul Walsh y protagonizada por el carismático Douglas Fairbanks, conocido por el Zorro de 1920 o Robin Hood de 1922, esta producción de United Artists es una de las mayores epopeyas fantásticas del cine mudo. Fairbanks interpreta a Ahmed, un pícaro ladrón que se enamora de una princesa y debe enfrentarse a magos, bestias mitológicas y desafíos sobrenaturales para ganar su amor.
Con escenografías suntuosas, efectos especiales innovadores (como la alfombra voladora o el caballo mágico) y una energía narrativa desbordante, El ladrón de Bagdad sentó las bases del cine de aventuras fantásticas. Su influencia se extiende desde Las mil y una noches, de donde procede, hasta Indiana Jones o Aladdin de Disney.
Finalmente, cabe destacar La quema del templo del loto rojo, de 1928. Dirigida por Zhang Shichuan, fue la película que dio origen al género wuxia en el cine chino. De hecho, hablamos de ella en nuestro post sobre el Wuxia . Basada en una novela serializada, esta cinta muda seguía a héroes con habilidades sobrenaturales que luchaban contra monjes corruptos en un templo lleno de trampas y artes marciales mágicas. Su éxito fue tan arrollador que generó 18 secuelas en solo tres años, creando la primera franquicia cinematográfica de China. Aunque la película original se perdió, su legado pervivió en el cine wuxia, del que fue el punto de partida.
Por otro lado, rozando el límite del género tenemos obras como la Atlántida, de Jaques Feyder en o Der Mude Tod, de Fritz Lang, ambas del 21; o el infierno de Dante, de 1924. También se llevó al cine Peter Pan en 1924, o una versión de Larry Semon del Mago de Oz en 1925, entre otras obras en los límites del género.
1930
De la década de 1930, el año que se estrena, por cierto la versión más mítica del Mago de Oz o los Viajes de Gulliver, ambas en 1939, tenemos la mexicana Martín Garatuza de 1935, más cercana a la espada y brujería. Dirigida por Gabriel Soria y protagonizada por Leopoldo “Chato” Ortín, es una fascinante mezcla de drama histórico, aventura y elementos de brujería ambientada en la Nueva España del siglo XVI, basado en la novela de Vicente Riva Palacio.
Sin duda, cabe destacar también de esta época también obras como She, de 1935, de Irving Pichel y Lansing C. Holden. Tamibén la adaptación de Alicia en el país de las Maravillas de Norman Z. McLeod, o Blancanieves, de Walt Disney en 1937. O varias soviéticas Alexandr Rou, como wish upon a pik o Vasilisa the Beautiful o de Alesandr Ptushko, como The New Gulliver o Golden Key. Todas ellas difícilmente catalogables como Espada y Brujería, pero de Fantasía al fin y al cabo.
1940
En la década de los 40 tenemos principalmente dos joyas europeas de fantasía en tiempos de guerra:
Por un lado, La Corona de Hierro (La corona di ferro), de 1941, dirigida por el italiano Alessandro Blasetti, es una épica fantasía medieval que mezcla leyenda y política en un reino dividido por la codicia alrededor de una corona maldita forjada con los clavos de la Cruz de Cristo. Con Gino Cervi y Massimo Girotti, la película destaca por su imaginativa puesta en escena y su alegoría antibélica filmada durante la Segunda Guerra Mundial, donde la ambición humana se enfrenta a lo sobrenatural.
Por su parte, Kashchéi el Inmortal del soviético Alexander Rou, de 1945, adapta un cuento popular eslavo sobre el esquelético brujo Kashchéi (el “Voldemort ruso”), derrotado por el valiente Nikita Kozhemyaka. Rodada en plena guerra contra Alemania, esta fantasía folclórica usó escenarios expresionistas y efectos prácticos para crear un relato patriótico disfrazado de cuento de hadas, donde la magia simboliza la resistencia contra la tiranía.
Ambas películas, aunque opuestas en tono (la italiana, una tragedia poética; la soviética, un cuento heroico), demuestran cómo la fantasía floreció incluso en tiempos oscuros, usando mitos para hablar de su presente. ¿Cuál es más sorprendente? La de Blasetti por su audacia visual; la de Rou, por transformar propaganda en arte fantástico.
Fue una década además muy de Disney, con Fantasía, Pinocho, Dumbo, Bambi… En el mismo sentido cabe destacar una versión francesa de Alicia en el país de las maravillas de Dallas Bower y Lou Bunin, una versión soviética de Cenicienta del 47, o una versión de la Bella y La bestia francesa, de 1946, entre otras versiones y películas de este tipo.
1950
Los años 50 fueron una década clave para el cine de fantasía, con producciones que mezclaron mitología, aventuras y efectos especiales innovadores. Desde espadas mágicas hasta dragones y héroes legendarios, estas películas comenzaron a sentar el tono y las bases del género tal como lo conocemos hoy.
The Magic Sword, la Espada Mágica, de 1950, no debe confundirse con la película del mismo nombre de los 60, que veremos en un momento. Dirigida por Vojislav Nanović y basada en cuentos populares serbios, The Magic Sword es una de las primeras películas de fantasía épica. La historia sigue a un valiente héroe que debe recuperar una espada mágica y enfrentarse a un poderoso villano (inspirado en el legendario Baš Čelik, un personaje similar al “Hombre de Hierro” de los cuentos balcánicos) para salvar a su amada y cumplir una misión imposible.
Aunque sea más bien una comedia, creo que cabe destacar por su interés la adaptación del cuento de Jack y las judías mágicas de Abott y Costello de 1952. Y del mismo año, dos maravillas de la animación rusa, The Snow Maiden, basada en el cuento de Alesandr Ostovsky y La flor escarlata de Lev Atamanov, basada en el cuento de Sergei Aksakov. Dos pequeñas curiosidades a las que vale la pena echar un vistazo si se encuentran. En general, las animaciones soviéticas de fantasía de los años 50 tienen un punto muy interesante, como el chico encantado del 56, o la reina de la nieve del 57.
En 1954 se estrenó Príncipe Valiente. Basada en el famoso cómic de Hal Foster, esta adaptación de Henry Hathaway sigue las hazañas del joven Valiente (Robert Wagner) en su búsqueda para recuperar el trono de su familia. Con James Mason como villano, la película combina acción, intriga y un toque de fantasía, aunque cabe reconocer que se apega más al cine de aventuras clásico que a la espada y brujería.
Cuánto me gusta, en todo caso, el cómic de Príncipe Valiente. Lo tengo completo, en la edición de Planeta que después sigue, con tanto mimo, Dolmen Editorial. Pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
También de 1954 es Ulises, un clásico dirigido por Mario Camerini y Mario Bava. Esta coproducción ítalo-franco-estadounidense adapta la Odisea de Homero con Kirk Douglas como un carismático Ulises, Silvana Mangano en un doble papel (Penélope y Circe), y Anthony Quinn como el arrogante Antínoo.
Rodada en escenarios naturales de Italia y con impresionantes efectos prácticos para la época, como el cíclope Polifemo, combinando un actor con un muñeco articulado, la película condensa los viajes del héroe griego —desde el enfrentamiento con las sirenas hasta el regreso a Ítaca— en un ritmo ágil de 100 minutos, sazonado con el Technicolor vibrante típico del péplum clásico.
Aunque simplifica el poema homérico, su mezcla de aventura, fantasía y drama, respaldada por una partitura de Alessandro Cicognini, la convirtió en un éxito masivo en Europa.
La Espada y el Dragón es una producción soviética de 1956, Ilya Muromets en el original. Es de Aleksandr Ptushko es una de las primeras en mostrar dragones y batallas épicas en pantalla. Basada en leyendas rusas, sigue al guerrero Ilya mientras defiende su tierra de invasores y monstruos. Los efectos prácticos y las escenas de batalla masivas la hacen un hito del cine fantástico de la época.
El Tesoro de los Nibelungos, también conocida como Sigfrido, de 1957, es una adaptación italiana de la leyenda germánica que combina fantasía heroica, aventuras épicas y drama mitológico. Dirigida por Giacomo Gentilomo, la película sigue al legendario Sigfridoen su búsqueda de gloria: desde la forja de su espada mágica hasta el enfrentamiento con un colosal dragón, cuya sangre le otorga invulnerabilidad… excepto en ese punto débil cubierto por una hoja de tilo, detalle fiel al mito original que añade tensión trágica. Con un estilo más bien cercano al peplum italiano de los 50 es ideal para amantes del cine de aventuras clásico y la mitología europea.
En el Séptimo viaje de Sinbad, de 1958, dirigida por Nathan H. Juran y producida por Charles H. Schneer, el gran Ray Harryhausen revolucionó el género con sus efectos especiales. Gracias al Dynamation, Sinbad lucha contra ciclopes, esqueletos vivientes o dragones, convirtiéndose así en una de las fantasías más influyentes de todos los tiempos, mezclando acción, magia y criaturas inolvidables.
En 1958 y 1959 tenemos también dos películas muy representativas del llamado cine de Espada y Sandalia, con algunos elementos de espada y brujería: Hércules y su secuela, Hércules y la reina de Lidia. Steve Reeves se pone en el papel del héroe mitológico, con elementos fantásticos como hechizos y bestias legendarias. Consolidó el auge del peplum en el cine europeo.
Finalmente, también de 1959 cabe al menos destacar la Bella Durmiente de Disney, con su estilo inspirado en los tapices medievales y la música de Tchaikovsky, con Maléfica convertida en uno de los villanos más icónicos del cine fantástico.
Desde el stop-motion de Harryhausen hasta la animación de Disney o las animaciones rusas, los 50 fueron una década de innovación. Adaptaron historias que siguen vivas hoy y fueron un puente entre el cine clásico y el moderno: Muchas de estas cintas inspirarán a directores como Lucas y Spielberg.
1960
Los años 60 fueron una época de explosión creativa para el cine de fantasía, con producciones que mezclaron mitología, cuentos de hadas y aventuras épicas, muchas impulsadas por los avances en efectos especiales.
La década comienza con una curiosa libre adaptación mexicana de El Gato con Botas. Dirigida por Roberto Rodríguez, esta versión del cuento de Charles Perrault se aleja de las adaptaciones tradicionales para ofrecer una comedia fantástica con toques surrealistas y un humor peculiarmente mexicano. La historia sigue a un excéntrico pastor que, enamorado de una princesa, recibe la ayuda de una misteriosa anciana que transforma a su gato en el astuto felino parlante, en una trama que mezcla elementos de espada y brujería con comedia.
Algo más alejada del género de Espada y Brujería, también de 1960, mexicana y de Roberto Rodríguez, tenemos Caperucita y Pulgarcito contra los Monstruos. Una curiosa locura que mezcla los cuentos de hadas con la originalidad de Roberto Rodríguez. Y en 1961 tenemos su secuela: Los Espadachines de la Reina, también dirigida por Roberto Rodríguez, de nuevo con más elementos de espada y brujería.
De 1961 tenemos dos de Hércules bastante distintas. Por un lado, Hércules en el centro de la Tierra. Este peculiar péplum italiano dirigido por Mario Bava mezcla mitología griega con horror lovecraftiano, presentando a Hércules (interpretado esta vez por Reg Park) en un viaje al inframundo para rescatar a unos niños secuestrados. La película destaca por su atmósfera surrealista, iluminación expresionista y criaturas mutantes de pesadilla, incluyendo una memorable escena donde Hércules lucha contra zombis de piedra. La fotografía experimental de Bava, con sus juegos de luces y sombras en technicolor, transformó este film en un clásico de culto que influiría en el cine fantástico posterior.
Por otro lado, Hércules y la conquista de la Atlántida es una mezcla de mitología y fantasía que presenta a un Hércules inusualmente reflexivo (también interpretado por Reg Park), que es arrastrado contra su voluntad a una expedición hacia la legendaria Atlántida. La trama reinterpreta el mito platónico como una distopía tecnocrática. Cottafavi infunde al género péplum convencional de nuevo elementos de horror gótico, crítica política y hasta algo de ciencia ficción.
De 1962 es la otra Espada Mágica. Dirigida por Bert I. Gordon, esta fantasía estadounidense sigue al joven príncipe George (Gary Lockwood) en su búsqueda de una espada legendaria para rescatar a su prometida de las garras del malvado brujo Lodac (Basil Rathbone), en una libre interpretación del mito de San Jorge y el Dragón.
La película presenta criaturas animadas innovadoras para la época, incluyendo un dragón de dos cabezas y un gigante mutante, además de escenarios góticos que anticiparon el auge del género fantástico en los años 80. Aunque de bajo presupuesto, su imaginativa puesta en escena la convirtió en un clásico de culto.
Jack y el Gigante Asesino, también es de 1962. Adapta libremente el cuento inglés “Jack el Matagigantes” con un villano memorable: el hechicero Pendragon (Torin Thatcher, reciclado como antagonista tras su papel en Sinbad). La producción de Edward Small buscó capitalizar el éxito del cine de stop-motion filmando en la isla Catalina, con criaturas animadas por Jim Danforth (futuro maestro de efectos especiales) que incluían un gigante de dos cabezas y un duende parlante.
Aunque técnicamente inferior a los trabajos de Ray Harryhausen (especialmente en la rigidez de sus animaciones), el film destaca por su atmósfera de cuento gótico, con algunas secuencias memorables como la batalla naval contra las brujas o cuando Pendragon se transforma en dragón.
En 1963, The Little Prince and The Eight-Headed Dragon, dirigida por Yūgo Serikawa y producida por Toei Animation, adapta el mito japonés de Susanoo, el dios de las tormentas, en una aventura épica donde el joven príncipe debe enfrentar al temible dragón de ocho cabezas Yamata no Orochi para salvar a la princesa Kushinada. Con un estilo visual revolucionario que combinaba diseños abstractos y colores vibrantes, la cinta destacó por su animación detallada y la poderosa banda sonora de Akira Ifukube. Aunque inicialmente distribuida en Occidente como un film infantil (con el título engañoso The Little Prince…), su narrativa mitológica y secuencias oníricas —como el viaje a través de espejos de hielo o la batalla final contra Orochi— la convierten en una obra maestra del cine fantástico, que influenció, por ejemplo, el arte de The Legend of Zelda.
Siguiendo en 1963 tenemos Jasón y los Argonautas. Dirigida por Don Chaffey y con los efectos de Ray Harryhausen, esta épica adaptación del mito griego sigue a Jasón (Todd Armstrong) en su búsqueda del Vellocino de Oro. La película revolucionó el cine fantástico con sus secuencias de stop-motion, especialmente la icónica batalla contra esqueletos vivientes y el coloso de bronce Talos, convirtiéndose en un referente visual del género. La partitura de Bernard Herrmann y la narrativa clásica pero ágil la consolidaron como una obra maestra atemporal, influyendo en generaciones de cineastas desde George Lucas hasta Guillermo del Toro.
Del mismo año, Merlín el Encantador, la adaptación de Disney de La Espada en la piedra, de T.H. White. Este clásico reinterpreta la leyenda artúrica con un Merlín excéntrico que guía al joven Arturo hacia su destino como rey. Destacan las secuencias de transformaciones mágicas (como el duelo entre Merlín y la bruja Madam Mim) y su estilo visual inspirado en ilustraciones medievales. Aunque inicialmente menos exitosa que otros films Disney, su mezcla de humor, canciones memorables y una visión humanizada de la magia la reivindicaron como una joya del cine fantástico familiar. Como dato curioso destaca que es la última película animada con Walt Disney vivo.
De 1965 cabe destacar tres películas, La primera, El desafío de los gigantes o Hércules el vengador, que recicla escenas de anteriores películas de Hércules con Reg Park para crear una nueva aventura mitológica de bajo presupuesto. La segunda, The City of Masters, es una producción soviética dirigida por Vladimir Bykov que ofrece una alegoría política disfrazada de cuento medieval, donde artesanos esclavizados se rebelan contra sus opresores en una ciudad gobernada por la magia oscura. Destaca por su imaginativo diseño de producción que mezcla elementos steampunk con arquitectura gótica, y su mensaje anticapitalista típico del cine socialista. Finalmente, El tesoro del bosque petrificado es un peculiar híbrido italo-alemán dirigido por Emimmo Salvi que mezcla la mitología nórdica con aventuras de serie B, siguiendo a un príncipe (Ivica Pajer) y las valquirias defendiendo un bosque petrificado de invasores vikingos liderados por Gordon Mitchell. La película destaca por su uso anacrónico de la música de Wagner (incluyendo “La cabalgata de las valquirias”) y sus escenarios naturalistas que contrastan con los efectos especiales rudimentarios. Aunque narrativamente caótica, tiene un encanto kitsch como curiosidad del cine fantástico europeo de mediados de los 60.
En 1966, tenemos un épico redescubrimiento del mito germánico, Die Nibelungen. Esta coproducción austro-germano-yugoslava dirigida por Harald Reinl (con guion de Uli Edel) reinterpreta el mito con un enfoque más cercano al cine de aventuras que a la tragedia wagneriana. La película sigue al héroe Siegfried en su búsqueda del tesoro de los Nibelungos, su matrimonio con Kriemhild y la traición que desencadena una venganza sangrienta.
Aunque criticada por puristas por simplificar el poema medieval, la película fue un éxito comercial en Europa, especialmente en Italia y España, donde se promocionó como un peplum nórdico. Su secuencia del dragón animado (una mezcla de maquillaje y animación fotograma a fotograma) influirá en producciones posteriores como El dragón del lago de fuego (1981).
De 1966 también destaca el cortometraje checoslovaco de 12 minutos, dirigido por Gene Deitch, que marca el primer intento de llevar a la pantalla la famosa novela de J.R.R. Tolkien, el Hobbit. Realizada con la técnica de animación limitada y estilo de cut-out animation, la película condensa la historia de Bilbo Bolsón en una serie de viñetas estilizadas que capturan el espíritu aventurero del libro. Aunque muy alejada de las posteriores adaptaciones esta versión destaca por su atmósfera onírica y su enfoque experimental, usando fondos acuarelados y diseños de personajes caricaturescos. Producida de forma independiente sin los derechos oficiales, lo que llevó a su rápida retirada, la película se convirtió en una rareza de culto para los fans de Tolkien, perdida durante varios años, solo se conserva una copia en los archivos de la familia Deitch.
El arco de Jade, de 1966, dirigida por Chen Jingbo, adapta leyendas chinas sobre un arquero místico que debe recuperar un arco sagrado robado por fuerzas demoníacas. Aunque menos conocida que otros clásicos del wuxia de la Shaw Brothers, su mezcla única de fantasía épica y artes marciales la convierte en un eslabón importante en la evolución del género, anticipando el auge del cine fantástico asiático de décadas posteriores.
De 1968 es la animación Las aventuras de Horus, el Príncipe del Sol. Dirigida por Isao Takahata (cofundador de Studio Ghibli) y con diseños de Hayao Miyazaki, este innovador filme de Toei Animation revolucionó el género fantástico en Japón con su épica inspirada en mitos ainu. La historia sigue al joven príncipe Horus en su lucha contra el demonio de hielo Grunwald, quien ha sumido al mundo en un invierno eterno. Notable por su animación expresionista – con secuencias de batalla fluidas y fondos acuarelados – y su narrativa oscura que mezcla folclore con ecologismo, la película marcó un antes y después en el anime. Aunque fracasó comercialmente en su estreno, su influencia es visible en obras posteriores como “La princesa Mononoke” y “El viaje de Chihiro”, consolidándose como piedra angular de la fantasía japonesa.
En el 69 también se estrenó la primera de Tarkan. Esta exitosa saga turca de aventuras históricas con elementos fantásticos, basada en los cómics de Sezgin Burak, sigue las hazañas del guerrero Tarkan (protagonizado por Kartal Tibet) contra vikingos, monstruos y fuerzas sobrenaturales. Producida por Ertem Eğilmez y dirigida principalmente por Mehmet Aslan, la serie combinó el estilo del peplum europeo con la mitología turca, utilizando escenarios naturales y efectos prácticos rudimentarios para sus batallas épicas. Un dato curioso muy interesante es que antes del estreno oficial de la primera, ya se realizaron versiones pirata como El halcón de las estepas: Tark-Han, de 1968.
En los 70 hay otras cuatro secuelas, así que en un momento hablamos un poco más sobre ellas.
1970
Aunque suene a perogrullada, los 70 serán la puerta al cine de espada y brujería de los 80. Empezaremos a ver las primeras películas que reunen casi todos los elementos del género. De hecho desde mediados de esta década se estaba ya preparando la primera película de Conan.
Vamos a empezar por donde terminamos los 60, por Tarkan, y así nos la quitamos de encima. Cabe destacar cuatro secuelas: Tarkan: Silla de Plata(1970) – Enfrenta a Tarkan contra un culto malévolo; Tarkan vs. Vikingos(1971) – Batalla contra invasores nórdicos (la más popular); Tarkan: El Medallón Dorado (1972) – Aventura con hunos y vandalos; y Tarkan el Héroe Poderoso(1973) – Ambientada en China, alejándose del cómic.
Aunque técnicamente imperfectas, estas películas se convirtieron en un fenómeno cultural en Turquía, inspirando remakes y series.
En 1972 se estrenó Ruslán y Liudmila. Esta producción del estudio Mosfilm, dirigida por Aleksandr Ptushko (pionero del cine fantástico soviético), adapta el poema homónimo de Alexander Pushkin. La historia sigue al caballero Ruslán (Valeri Kozinets) en su búsqueda para rescatar a la princesa Liudmila (Natalya Petrova), secuestrada por el brujo Chernomor. Destacó por sus efectos prácticos revolucionarios, la fotografía o su coreografía inspirada en ópera: Las batallas con espadas siguen ritmos de ballet. Aunque inicialmente fue algo criticada por su tono “demasiado occidental”, hoy es considerada la última gran obra maestra de Ptushko y un puente entre el cine fantástico clásico y moderno.
El Viaje Dorado de Sinbad se estrena en 1973. Dirigida por Gordon Hessler con efectos de Ray Harryhausen, esta secuela de El séptimo viaje de Sinbad presenta al héroe (John Phillip Law) buscando la fuente de la eterna juventud, Combina de forma curiosa elementos de espada y brujería con las mil y una noches y la Odisea, y para muchos es el mejor filme de la trilogía, que culmina en el 77 con Sinbad y el ojo del Tigre, dirigida por Sam Wanamaker, que tuvo la mala suerte de estrenarse el mismo año que Star Wars.
1974 es un ejemplo de lo que vendrá en los 80, con el estreno de Las amazonas: Mujeres de amor y guerra. Dirigida por Alfonso Brescia bajo el seudónimo Al Bradley, esta coproducción ítalo-española reinventa el mito de las guerreras amazonas como un híbrido de peplum y cine de explotación, siguiendo a la reina Antiope y su tribu de mujeres que esclavizan hombres, hasta que el capitán lidera una rebelión. Destaca por sus coreografías de lucha femeninas con actrices como la culturista Luisa Mattioli realizando sus propios combates, la fotografía de los paisajes de Almería simulando el Mar Negro, y escenas de violencia gráfica que anticiparon el horror gore de los 80. Ignorada en su estreno, hoy es revalorizada como un ejemplo temprano del cine italiano de Espada y Brujería.
En la misma línea o parecida, el Mariscal del infierno es una producción española-argentina de 1974 basada en la vida del mariscal francés Gilles de Rais (1404-1440). A ver, yo no la catalogaría como de Espada y Brujería, pero así aparece en algunas webs de cine y por eso prefiero al menos mencionarla.
Sí que pertenecen más claramente al género las turcas El Hombre León, de 1975 y su secuela, El Hombre León y la Reina Hechicera, de 1979. En la línea de la serie de Tarkan y protaginizadas por el icónico actor turco Cüneyt Arkın, estas películas mezclan elementos de heroísmo épico con una estética propia del cine de explotación. El personaje central, un guerrero enmascarado con fuerza sobrehumana y un fuerte sentido de la justicia, combate tiranos y enemigos en un mundo vagamente medieval, lleno de conspiraciones y acción desmedida. La segunda entrega retoma el estilo del primer filme, elevando aún más el tono fantástico y exagerado que caracteriza al llamado “cine fantástico anatolio”. Ambas películas han adquirido estatus de culto, tanto por su audacia visual como por su desparpajo narrativo, y son un ejemplo fascinante del cine popular turco de los años 70.
King Arthur, the Young Warlord, de 1975 es una película británica que reimagina los orígenes del Rey Arturo desde una perspectiva más cruda y realista, alejada de la magia y los caballeros brillantes. Ambientada en la oscura Britania posromana, presenta a un joven Arturo como líder tribal en un mundo brutal y primitivo, donde la lucha por la supervivencia se impone sobre los ideales caballerescos. Su tono áspero y su enfoque histórico la diferencian de otras versiones más románticas del mito artúrico.
En 1976 se estrena La Tela de la Muerte, (Wu du Tian Luo, 1976), una película de Hong Kong que combina fantasía, artes marciales y misterio en una historia de traición y pasión. En medio de una guerra secreta entre clanes, un espadachín traidor busca apoderarse de un arma mítica conocida como la “Araña de los Cinco Venenos”, lo que desencadena una serie de enfrentamientos espectaculares y giros trágicos. La cinta se enmarca en el subgénero wuxia, con coreografías estilizadas y un tono melodramático que mezcla leyendas, hechicería y romance fatal.
De mediados de los 70 destacan dos comedias relacionadas con los Monty Python: Los caballeros de la mesa cuadrada, de 1975, de Terry Gilliam y Terry Jones y La Bestia del Reino (1977) o Jabberwocky, dirigida por Terry Gilliam. Ambas son británica, ambientadas en una Edad Media absurda, parodian abiertamente los clichés del género heroico.
En 1977 tenemos una animación del gran Ralph Bakshi, Wizards. Fusiona fantasía épica con ciencia ficción postapocalíptica y sátira política. Ambientada en un mundo destruido por la guerra nuclear, enfrenta a dos hermanos: Avatar, un mago bondadoso defensor de la magia, y Blackwolf, un tirano que busca resucitar la tecnología bélica del pasado usando propaganda nazi. Con una mezcla de animación tradicional y rotoscopia, Wizards es un relato psicodélico y contracultural que critica el militarismo y celebra la imaginación como fuerza de resistencia.
Notable por ser la primera película animada en incluir imágenes reales de archivo, su tono alterna entre lo satírico y lo apocalíptico. Aunque fracasó en taquilla, se convirtió en obra de culto e influenció obras posteriores como “Heavy Metal” o el mismo universo de Warhammer 40K. Bakshi, que financió parte del proyecto con sus propios ahorros, la describió como “un cuento de hadas punk para hippies sobrevivientes de los 70.
Y ya para terminar la década tenemos las primeras grandes adaptaciones de Tolkien. Hablamos de ambas en nuestro post sobre todas las películas de la tierra media.
En 1977, Rankin/Bass nos regaló una adaptación animada de El Hobbit que, aunque distinta a las versiones modernas, capturó el corazón de los fans con su estilo único y su fidelidad al espíritu de la obra de Tolkien. Con canciones interesantes, porque es un musical, y un diseño artístico que mezclaba lo fantástico con lo onírico, esta película sigue siendo un auténtico tesoro.
Un año después, en 1978, Ralph Bakshi llevó a la pantalla El Señor de los Anillos con una técnica innovadora que combinaba animación tradicional y rotoscopia, dando vida a la Tierra Media de una manera nunca antes vista. Aunque cubre solo la primera parte de la saga (hasta la batalla del Abismo de Helm), su atmósfera oscura y su estilo visual audaz la convirtieron en un hito del cine fantástico. Hay un comic basado en estas películas que cubre hasta algo más adelante.
La película de Bakshi influyó en generaciones de artistas y cineastas, demostrando que la magia de Tolkien podía trascender el formato escrito. Ambas películas, aunque diferentes en tono y estilo, son piezas fundamentales en la historia del cine de fantasía.
Conclusión
Antes de que Conan el Bárbaro (1982) definiera la estética moderna del cine de espada y brujería, ya existía un legado fascinante de películas que, aunque dispares en tono, estilo y ambición, ayudaron a dar forma a este subgénero. Estas obras, muchas veces producto de la serie B, de estudios europeos o de la experimentación psicodélica de los 60 y 70, sentaron las bases visuales, temáticas y narrativas que más tarde serían explotadas con mayor presupuesto y difusión.
Lejos de ser simples reliquias, estas películas anteriores a los 80 son laboratorios donde se probaron arquetipos, se cruzaron géneros —del péplum al horror, del erotismo al surrealismo— y se forjaron mundos que, aunque rudimentarios, destilaban una poderosa imaginación. Mirarlas hoy no solo es un ejercicio de arqueología fantástica, sino una forma de entender cómo la espada y la brujería se abrió paso a espadazos en el séptimo arte, luchando contra presupuestos exiguos, guiones delirantes y la incomprensión de la crítica… pero con la llama de la aventura siempre encendida.
Todas las películas
1910 Flema inglesa (Un alma reprobada)
1924 Due Nibelungen
1924 The Thief of Bagdad
1928 La quema del templo del loto rojo
1935 Martín Garatuza
1941 La Corona de Hierro
1945 Kashchéi El Inmortal
1950 The Magic Sword
1954 Príncipe Valiente
1956 La Espada y el Dragón (Ilya Muromets)
1957 El Tesoro de los Nibelungos
1958 The 7th Voyage of Sinbad
1959 Hércules y la reina de Lidia
1959 Sleeping Beauty
1960 El Gato con Botas
1960 Caperucita y Pulgarcito contra los Monstruos
1961 Hercules en el centro de la tierra
1961 Hércules y La Conquista de la Atlántida
1961 Los espadachines de la reina
1962 La espada Mágica
1962 Jack y el Gigante Asesino
1963 The Little Prince and the Eight-Headed Dragon
1963 Jasón y los Argonautas
1963 Merlín el Encantador
1965 El desafío de los gigantes
1965 The City of Masters
1965 Treasure of the Petrified Forest
1966 Die Nibelunguen
1966 El Hobbit
1966 The Jade Bow
1968 Las aventuras de Horus, el Principe del Sol (La Princesa Encantada)
1969 Tarkan
1970 Tarkan: La silla de montar de plata
1971 Tarkan: La sangre vikinga
1972 Tarkan: El medallón de oro
1972 Ruslan y Ludmila
1973 El Viaje Dorado de Sinbad
1973 Tarkan el Héroe Poderoso
1974 Las amazonas mujeres de amor y guerra
1974 El mariscal del infierno
1975 El Hombre Leon
1975 King Arthur, the Young Warlord
1975 Los caballeros de la mesa cuadrada
1976 La Tela de la Muerte
1977 La Bestia del Reino
1977 Sinbad y el ojo del tigre
1977 Wizards
1977 El Hobbit
1978 El Señor de los Anillos
1979 El Hombre Leon 2 y la Reina Hechicera
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