Anillos de Poder de Tolkien
Hoy vamos a hablar de los Anillos del Poder de Tolkien, tanto la historia de su creación como qué inspiró al señor J a escribir sobre ellos. No hablamos de la serie ni de las películas, sólo de la obra de Tolkien.
Primero, presentamos su origen de acuerdo en los libros, principalmente en el silmarillion. Después, nos centramos en los anillos, ¿cómo eran? ¿cuántos eran? ¿quién los tenía?. En tercer lugar, nos adentramos en las influencias de Tolkien para su creación y concluimos con una reflexión sobre el poder.
Así ash Nazg durbatulûk, ash Nazg gimbatul, ash Nazg thrakatulûk agh burzum-ishi krimpatul ¡porque empezamos!
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LA CREACIÓN DE LOS ANILLOS DE PODER
Introducción
La primera vez que aparece el anillo en la obra de Tolkien es en el Hobbit. Bilbo lo encuentra en unas cuevas repletas de trasgos y no se cuenta mucho más, tan sólo que le hace invisible y gracias a eso escapa de las cuevas. Además le permite entender lenguas que no conoce, como la de las arañas gigantes del bosque negro. Al principio, Bilbo oculta a la compañía de los enanos y a Gandalf la existencia del anillo, aunque al final Gandalf, como se cuenta en el prólogo de El Señor de los Anillos, siempre desconfió de la historia de cómo escapó Bilbo de las cuevas de trasgos, y después de mucho preguntar obtuvo la verdadera historia. En un principio Gandalf no supo bien qué era aquel anillo, aunque siempre recomendó prudencia a Bilbo en su uso: “Los anillos mágicos son mágicos; raros y curiosos”.
Finalmente se revela que aquel anillo es el anillo único, un objeto de gran poder, fundamental en la historia de la tierra media a partir de la segunda edad hasta el punto de que Tolkien señalase que su obra podría dividirse en dos, la historia de los silmarils y la historia de los anillos de poder.
La creación de los anillos
Los Anillos de Poder fueron creados durante la Segunda Edad de la Tierra Media, en la región élfica de Eregion, representando la culminación de la capacidad y sabiduría de los artesanos noldor de su capital, Ost-in-edhil. En concreto, fueron creados por los Gwaith-i-Mirdain, una hermandad de poderosos herreros liderada por Celebrimbor, el nieto de Fëanor (creador de los Silmarils), que había desarrollado una habilidad incomparable en la forja de poderosos objetos, llamando la atención de los Enanos de Khazad-Dûm, de quienes fueron amigos y aliados.
Al inicio de la segunda edad, Sauron, lugarteniente del caído señor oscuro Morgoth, comienza a usar una nueva identidad, tomando una forma hermosa y haciéndose llamar Annatar, Señor de los Dones. Con el objetivo de dominar a los elfos a través de la persuasión y el engaño, intenta hacerse aliado del rey Gil-Galad en Lindon, asegurando ser un aliado de los Valar. Pero este desconfía de él desde el principio, como también hará Elrond, y le expulsa de su reino.
Sin embargo, Annatar sí consigue engañar a Celebrimbor, cegado por conseguir el conocimiento máximo y así poder curar a la Tierra Media de las heridas causadas por Morgoth. Sauron, antiguamente un maiar al servicio de Aulë, encaja perfectamente entre los herreros elfos y les persuade para crear los anillos de poder.
El objetivo de estos anillos era convertir la tierra media en un lugar tan bello con Valinor.
O así pensaban los elfos. Sauron, tenía otros planes.
Durante aquella época se hizo una cantidad desconocida de anillos menores, que a pesar de ser poderosos y quizá peligrosos para otras razas distintas a los elfos, eran trabajos pequeños, meras pruebas en comparación con lo que después se haría. Gandalf seguramente confunde en un inicio el anillo que encuentra Bilbo con uno de estos.
Más tarde, a partir de entorno al año 1000 de la segunda edad se comenzarían a forjar los anillos de poder, en total 19, de los cuales los más poderosos son los 3 últimos, forjados por Celebrimbor como su obra final, sin la ayuda Annatar, y terminados en torno al 1590. Son los que Sauron codiciará más, debido a sus grandes poderes.
Pero poco después, en secreto, Sauron forjó otro anillo en Mordor, en el Orodruin, el Monte del Destino. Sauron puso gran parte de su poder y de su voluntad en este anillo, que estaba concebido para someter a los otros 19, cuyos poderes quedarían atados a él, sujetos por completo a él y durarían los que el anillo único durase.
Sin embargo, tan pronto como se lo puso, los elfos descubrieron el engaño y Celebrimbor entendió el verdadero propósito del señor oscuro. Sauron, enfadado, exigió a los herreros elfos que le entregaran los anillos, señalando que hubieran sido incapaces de hacerlo sin la ciencia que les había enseñado.
Los elfos trataron de destruir los anillos, pero fue imposible debido a lo poderosos que eran, tan sólo el fuego de un dragón, como se sabrá después, o el del Orodruin podría acabar con ellos. Celebrimbror corrió en busca de consejo de Galadriel, que le recomienda ocultar los tres últimos anillos, los más poderosos, lejos de Eregion, así que Celebrimbor los repartió entre los elfos más sabios, que los ocultaron y no los usaron mientras Sauron mantuviera el único, porque aunque los hizo Celebrimbor sin su ayuda, estaban sometidos a él.
Sauron por su parte fue a la guerra y terminó destruyendo completamente Eregion acabando también con Celebrimbor. Recuperó el resto de anillos y ante su fracaso con los elfos los repartió entre los otros pueblos de la tierra media, con la esperanza de someterlos. Así, dio siete anillos a los enanos pero nueve a los hombres, que habían mostrado una capacidad de corromperse más alta.
Quedó detallado en el poema:
Tres anillos para los reyes elfos bajo el cielo.
Siete para los señores enanos en palacios de piedra.
Nueve para los hombres mortales condenados a morir.
Uno para el señor oscuro, sobre el trono oscuro
en la tierra de Mordor donde se extienden las sombras.
Un anillo para gobernarlos a todos. Un anillo para encontrarlos,
un anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas
en la tierra de Mordor donde se extienden las sombras.
Los enanos mostraron no ser nada dóciles y Sauron no pudo doblegar su voluntad. A pesar de esto, los anillos encendían en ellos una codicia y una ira abrumadora, que sería de utilidad al señor oscuro. De esos siete anillos, muchos fueron consumidos por el fuego de los dragones y otros terminaron de nuevo en poder de Sauron.
En cuanto a los hombres, fueron fáciles de engañar. Los nueve obtuvieron gran poder en su época: hechiceros, reyes o guerreros, pero al final su vida terminó volviéndose insoportable. Podían ver cosas en mundos invisibles cuando portaban los anillos, pero la mayoría de veces eran visiones y fantasmas que Sauron les imponía y más tarde o más temprano, dependiendo de la voluntad que habían tenido, todos cayeron bajo el dominio del único, volviéndose invisibles y entrando en el reino de las sombras, convirtiéndose en los Nazgul, los espectros del anillo.
Sauron, de acuerdo con Tolkien, llevo consigo su anillo único cuando fue llevado preso a Númenor, lo que le sirvió para dominar las mentes de los numenóreanos, y acelerar así su final.
Más tarde, Sauron, con el Anillo Único en su poder, intentó dominar toda la Tierra Media. Sin embargo, al final de la Segunda Edad, la Última Alianza de Elfos y Hombres, liderada por Gil-galad y Elendil, marchó contra él. En la Batalla de Dagorlad y el asedio de Barad-dûr, Sauron fue derrotado, y el Anillo Único fue cortado de su mano por Isildur, el hijo de Elendil. Aunque Sauron fue derrotado temporalmente, Isildur se negó a destruir el Anillo, y el poder de Sauron perduró a través de su conexión con él.
El Anillo Único se perdió durante milenios después de que Isildur fuera emboscado y asesinado por los orcos en los Campos Gladios. El Anillo cayó al río Anduin, donde permaneció oculto hasta que fue encontrado por la criatura Gollum (entonces conocida como Sméagol). Este acto desencadenó los eventos que conducirían a la historia de El Señor de los Anillos, cuando Bilbo Bolsón, siglos después, encontró el Anillo durante su aventura narrada en El Hobbit.
Anillo de Saruman
En un momento de El Señor de los Anillos, Saruman se autodenomina como el “hacedor de anillos”. Fue un maiar al servicio de Aulë y un erudito en todo lo relacionado con los anillos de poder. Además, estaba obsesionado con el anillo único, lo que hace suponer que quizá terminó creando un anillo menor para sí mismo, con el que podría haber aumentado sus habilidades, pero Tolkien deja todo a la imaginación y no aclara nada más sobre el tema.
LOS ANILLOS DE PODER
El anillo único
No hay que olvidar que no se crearon anillos para cada raza, sino que todos fueron creados para los elfos y fue después cuando Sauron decidió repartirlos. Así, en general, todos los anillos parecían tener el poder de potenciar las habilidades propias de cada raza. En los elfos, les permitían mantener las cosas y potenciar la belleza, en los humanos obtener éxito y en los enanos riqueza. Del mismo modo, para lo malo, corrompían a cada raza en sus debilidades, como el orgullo o la codicia.
En cuanto al único, a simple vista un anillo normal de oro liso, capaz de adaptarse al dedo de su portador y de cambiar su peso. Si se sometía a un calor intenso aparecía por el lado externo e interno un grabado en lengua negra, que no pronunciaré aquí. Bueno, mentira porque la he pronunciado al inicio del post.
Traducida al castellano es así:
Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos,
un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas.
Y en pantalla aparecerán los caracteres en Tengwar.
Bajo la concepción de magia blanda de Tolkien, los poderes completos del anillo nunca quedan del todo claros. Parece que contenía el poder de todos los demás y además era capaz de regentarlos y someterlos. Es obvio que permitía volverse invisible al portador y permitirle entrar y ver en el mundo de las sombras. Agudizaba también sus sentidos y podía entender otros lenguajes, así como preservar y conservar las cosas o la propia apariencia y su longevidad, y leer las mentes de aquellos que usaban los otros anillos y hacerles ver lo que él quería.
El anillo único buscaba siempre a su dueño, que además podía llamarlo para que fuese a él, y tenía cierta voluntad propia que le permitía en ocasiones deslizarse del dedo del portador, del mismo modo que se adaptaba a él. Y a cualquiera que no fuera Sauron lo terminaba devorando, haciendo su vida cada vez más insoportable, haciéndole adicto al anillo hasta el punto de que sólo se preocupaba por él.
El anillo atacaba la voluntad del portador, le mostraba visiones de gloria y de triunfos, haciéndole creer que todo lo que le mostraba era posible, tentándole así para usarlo.
Pero lo principal es que, a diferencia del resto de anillos, el único era un arma para la guerra, si bien no se detalla de qué tipo. Pero en numerosas partes de la obra de Tolkien, a menudo se sugiere este poder.
El anillo tenía dos debilidades claras. La primera, que si alguien con suficiente poder y voluntad se hacía con él, podría retar al mismo Sauron y usarlo como arma de guerra contra Mordor, aunque entonces el que lo hiciera se convertiría en sí mismo en el señor oscuro. La segunda, que si el anillo era destruido dejaba reducido a Sauron al mínimo de su poder, a un mero recuerdo de su poder, a un simple susto. Lógicamente, Sauron nunca contempló esta opción. El anillo sólo podría ser destruido en el Orodrin, en Mordor, el centro de su poder. Además, no comprendía que nadie rechazase el enorme poder que el anillo otorgaba, y por tanto siempre se protegió de la primera opción, lo que al final, sería su perdición.
Los Tres Anillos Élficos
Forjados por los elfos noldor bajo el mando de Celebrimbor y sin la participación de Sauron, al menos sin la participación directa, eran los anillos más bellos y poderosos de los 20. Junto con el único, eran los únicos que tenía nombre: Narya, el Anillo de Fuego; Nenya, el Anillo del Agua; y Vilya, el Anillo del Aire.
Dejo una imagen de una representación de estos anillos hecha por el mismo Tolkien.
Tolkien señaló en sus cartas que el poder principal de los Tres era “la prevención y desaceleración de la descomposición”, por eso en Rivendel se decía que las estrellas eran más brillantes o en Lórien no parecía pasar el tiempo. Y por eso atraían tanto a los elfos, en su búsqueda de retrasar el inevitable auge del hombre. Así, Tolkien subrayaba que los elfos solo son inmortales mientras el mundo perdure, están atados al destino del mundo, lo que les hace obsesionarse al final con su “desvanecimiento”.
Los sabios a los que se entregaron estos anillos fueron Círdan, que tenía a Narya; Gil-Galad, a Vilya y Galadriel a Nenya. En este contexto, es un poco contradictorio que en el Señor de los Anillos, como hemos comentado antes, se asegure que el único anillo hecho como arma de guerra sea el único, pero también que el poder de Nenya ayudase a que Lorien resistiese. Además, parece que Galadriel usa el poder de Nenya en una ocasión para ocultar al ejército de Rohan, como comentamos en su momento en nuestro post sobre Rohan. Por tanto, cabe suponer que estos anillos tenían más poderes de los que se detallan, quizá de defensa.
Más adelante, tras la muerte de Gil-Galad, Elrond llevó a Vilya y Cirdan, por su lado, entregó Narya a Gandalf cuando este llegó a los puertos grises, para ayudarle en su misión al reconocer que era de los Istari, el más noble. Narya permitió a Gandalf animar los corazones y el espíritu de los demás, y el suyo propio.
Para ver luego, link a nuestro post de los Istari. A post por semana, da tiempo para hablar de muchas cosas.
Tras la destrucción del único, los tres anillos de los elfos perdieron sus poderes, porque aunque no fueron hechos por Sauron, sí estaban hechos con su ciencia y estaban bajo el dominio del único. Por eso, tras la caída de Sauron, Lorien y Rivendel envejecieron y dejaron de ser los lugares únicos que habían sido gracias al poder de estos anillos.
Los Siete Anillos de los Enanos
No hay mucha información sobre la apariencia de los anillos de los enanos, ni sobre sus poderes. Sí se sabe que Sauron entregó siete, quizá porque era el número de reinos enanos de aquella época, lo que cuadraría con regalar cada uno a un rey. Sí se sabe que uno de estos anillo fue entregado a Durin III, el rey de Khazad Dun a mediados de la segunda edad.
De este anillo que tenía Durin, se dice que se lo entregaron por amistad los propios herreros de Eregion, pero eso no es lo que dice el Simarillion, que asegura que excepto los anillos de los elfos, el resto fueron entregados por Sauron.
Los siete anillos no dominaron a los enanos a pesar de que los usaron desde un primer momento. Los enanos no estaban hechos para ser esclavizados, ni los anillos les afectaron haciéndoles invisibles o alargando sus vidas, pero sí potenciaron su codicia y su ira, sirviendo al final a los propósitos de Sauron, a pesar de todo.
Además, Sauron, enfadado con que sus anillos no ejercieran poder sobre ellos, se ensañó con los enanos, y fueron atacados por dragones y atacándoles hasta acabar con algunos de sus principales reinos y recuperando o destruyendo los anillos. Cuatro cayeron bajo el fuego de los dragones, y tres volvieron a su cruel propietario. Estos tres son los que le ofrece a finales de la tercera edad a Dain, de Erebor, a cambio de información sobre Bilbo, pero este consiguió responder con evasivas.
Los Nueve Anillos de los Hombres
De su forma, no se sabe tampoco nada, ni de sus poderes concretos. Se dieron a nueve hombres poderosos, reyes, hechiceros y guerreros, que sí terminaron corrompiéndose. Los hombres fueron los más vulnerables y finalmente se convirtieron en los Nazgûl, los Espectros del Anillo, esclavos al poder de Sauron.
Una vez sometidos, Sauron mantuvo sus anillos para tener control absoluto y total sobre sus voluntades incluso sin necesidad de tener el anillo único, hasta el punto de que si uno de ellos hubiera encontrado el anillo único, lo hubiera devuelto a su amo sin dudar, sin pretender usarlo para sí mismo.
LOS ANILLOS DE TOLKIEN
Tolkien y los Anillos
Tras el gran éxito de El Hobbit, los editores convencieron a Tolkien para que continuase la aventura. El señor j estaba empeñado en escribir su Silmarillion o quizá publicar las aventuras de Tom Bombadil, como comentamos en el post de Tom Bombadil.
Dándole vueltas a la forma de encontrar un conector entre El Hobbit y la historia que tanto le pedían los editores, sin renunciar a ampliar la épica de su mundo, Tolkien encontró una idea que germinaría en la novela de fantasía épica más importante de todos los tiempos: el vínculo no sería Bilbo, sino el anillo. De hecho, escribiría en su libreta de apoyo: “Haz que el retorno del anillo sea un motivo” (“Make return of the ring a motive”).
Anillos, mitología nórdica, medieval y folklore
Pero ¿de dónde le llega la inspiración a Tolkien para poner los anillos en el centro de la historia? En un primer momento es difícil no hacer un paralelismo con Wagner, y su ciclo del Anillo de los Nibelungos, teniendo en cuenta que la base de la obra de ambos se encuentra en las mitologías nórdicas.
Tolkien sin embargo aseguraría a Stanley Unwin, su editor, en la carta 229, que “los dos son anillos y son redondos, y ahí termina la similitud”. De hecho, a John Ronald Reuel no le gustaba mucho la saga de Wagner. Como señala David Day: el anillo de los nibelungos de Wagner es un canto al poder, mientras que El señor de los Anillos de Tolkien es una oda a la gente común.
Con todo, no se puede negar la influencia de las leyendas germánicas. Andavaranut, por ejemplo, es un anillo mágico que da riqueza a su portador, o Draupnir, un anillo que se multiplica pero domina aquellos que crea, como recuerda Stefan Arvidsson, son influencias evidentes en el anillo único. Por cierto, hablamos sobre Draupnir en nuestro post sobre God of War y los Mitos Nórdicos.
El imaginario literario que influyó en Tolkien incluye los relatos artúricos y las leyendas medievales, donde los objetos mágicos son a menudo símbolos de poder que conllevan un precio, como la propia Espada de Excalibur, un objeto poderoso que otorga legitimidad y autoridad al Rey Arturo, pero cuya posesión también implica una responsabilidad moral inmensa.
Con todo, el paralelismo literario es con la idea de objetos mágicos que maldicen o traen desgracia a sus dueños. En la literatura artúrica, encontramos también la Sagrada Reliquia del Grial, que no todos pueden tocar, y su búsqueda destruye a muchos caballeros. Este tema del objeto que otorga poder pero que, a su vez, es peligroso para quienes lo ansían, resuena profundamente en la creación de los Anillos de Poder.
También comparte características con el Anillo Único el del cuento popular de Carlomagno y la serpiente, donde la serpiente regala un anillo a Carlomagno en agradecimiento por acabar con un sapo que atacaba su nido. Carlomagno regala este anillo a su esposa sin saber que este tiene la propiedad de crear un gran afecto en el que lo regala respecto a quien posee el anillo. En vida, el rey de los francos no se da cuenta, porque ama a su esposa, pero cuando esta muere sufre un profundo dolor e impide que la entierren. Turpin, el obispo, ve que no es normal y sospecha del anillo, por lo que lo retira del cuerpo de la esposa de Carlomagno, aunque el precio es sufrir el propio obispo esa atención especial hasta que se desprende de él. Tolkien quizá encontró en esta historia una obsesión por el anillo, como asegura Thomas Honegger.
Por otro lado, los anillos mágicos son un motivo muy común en los cuentos de hadas, confiriendo poderes diversos, como recuerda Melanie Rawls. Anillos que hacen invisible, que permiten volar, que conceden deseos, que invocan espíritus o identifican princesas encantadas. Y sabemos que Tolkien estaba muy familiarizado con los cuentos de hadas. De hecho una de sus intenciones confesas era presentar uno visión más realista de ellos.
De hecho, David Day, en su libro de referencia sobre el tema, El Anillo de Tolkien, de 1994, recuerda que Tolkien estudió diferentes mitologías, y en muchas aparecen anillos, por lo que es lógico suponer que estaba familiarizado con muchas de estas historias. En este libro de Day, realmente interesante, se recuerdan muchas de estas leyendas y algunas historias reales. Tolkien seguramente toma elementos de estas, principalmente el concepto del anillo como un símbolo de poder absoluto que conlleva una maldición inevitable.
El Anillo de Platón
Como hemos dicho antes, los anillos de la mitología nórdica en Elder Edda o en los Nibelungos tienen gran poder y suelen contener maldiciones y en la literatura medieval, hay anillos que pueden concederte la invisibilidad, como el que recibe Yvain de Lunete, si bien este no es más que un accesorio narrativo que no juega un mayor papel en la historia que el de salvar al héroe en un momento de apuro.
En la literatura clásica sí encontramos un anillo que hace invisible al portador: el anillo de Gyges, cuya historia cuentan tanto Platón, en la República, como más tarde Cicerón.
En este mito, Gyges, un pastor lidio descubre un anillo en una grieta en la tierra provocada por las lluvias. Jugando con él descubre que le hace invisible, por lo que decide utilizarlo en su ventaja, para enriquecerse, y en última instancia para asesinar al rey, hasta convertirse en el líder de los pastores, sin que nadie le descubra.
Autores como Robert E. Morse o Frederick de Armas señalan los claros parecidos entre el mito clásico y el anillo único. Ambos son encontrados por casualidad en un lugar recóndito y oscuro. Ambos descubren por casualidad que el anillo hace invisible al portador. Y finalmente, el poder de ambos anillos corrompe a su portador. De hecho, Tolkien trata de responder a la pregunta que plantea Platón: ¿cualquiera se corrompería ante el poder? ¿por qué ser mantener la moral si nadie se entera de tus actos? Glaucón, el narrador ficticio dela historia señala que un poder así terminaría por corromper a cualquiera.
El anillo de Tolkien afecta a cada portador de diferentes maneras. Gollum se corrompe rápidamente. Bilbo o Frodo tardan más. Gandalf o Galadriel alejan la tentación. De acuerdo con Eric Katz, la respuesta que da Tolkien a la pregunta de Platón, ¿Por qué mantener la moralidad? es clara: para ser tú mismo.
Anillos en la literatura contemporánea a Tolkien
Probablemente, cabe pensar que Tolkien también se viera influido por las historias que leía en su época. Por ejemplo, Charles Williams, buen amigo de Tolkien y de C.S. Lewis, escribió Muchas Dimensiones, en 1931. En esta obra, con profundas reflexiones metafísicas, no hay anillos, pero sí un objeto muy poderoso, una piedra formada con material del Jardín del Edén, que permite viajar en el tiempo, leer la mente de otros, curar enfermedades y muchas otras cosas. Los malvados la desean para su beneficio, mientras que los buenos o los guardianes de la piedra renuncia a su poder.
También es complicado no pensar en El Castillo Encantado, de Edith Nesbit. En esta historia, unos niños encuentran un anillo mágico en un castillo que, entre otras cosas, hace invisible a su portador. Otra similitud es la capacidad del portador del anillo de Nesbit de ver el mundo invisible o un mundo paralelo, si bien el significado de este mundo es mucho más alegre e infantil en Nesbit. Al final de la obra de Nesbit, por cierto, volvemos al tema de los deseos, pues este da capacidad de cumplir un deseo al portador siempre que se formula con total precisión.
Una aportación interesante respecto a la influencia de sus contemporáneos es la de Tom Shippey, que recuerda cómo autores de esta época tratan el tema de la corrupción del poder. Por ejemplo, Shippey señala a George Orwell con Rebelión en la granja, William Golding con El señor de las moscas o T. H. White con El rey que fue y será, a la que podríamos añadir una anterior, el hombre invisible, de H.G. Wells.
La visión de estas obras difiere del proverbio medieval: “Un hombre hace lo que es cuando puede hacer lo que quiere”. Es decir que el poder revela al hombre como es. En castellano moderno: “si quieres saber cómo es fulanito, dale un carguito”. Frente a lo anterior, surge la idea de que el poder corrompe a las personas, ya implícita en el mito que hemos contado antes de Platón.
Es decir, en línea con la famosa frase de Acton de que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. En este sentido, El Señor de los Anillos tiene una actitud ante el efecto corruptor del poder completamente moderna, a pesar de su ambientación medieval.
Tolkien y la religión
La fe cristiana de Tolkien también impregna su obra, y los Anillos de Poder son un reflejo de las preocupaciones teológicas que surgen de la doctrina cristiana. El concepto de la tentación juega un papel central: el Anillo Único simboliza la tentación del poder absoluto, que corrompe incluso a los más nobles. Esta tentación está presente desde el principio de la historia, cuando Sauron, en su forma de Annatar, engaña a los elfos para que forjen los Anillos, bajo la promesa de grandeza y control. Sin embargo, el verdadero propósito es dominar y esclavizar.
Este patrón refleja la narrativa cristiana de la caída del hombre, donde la tentación del conocimiento prohibido lleva a la corrupción y el pecado. De manera similar, aquellos que buscan el Anillo lo hacen por motivos que consideran justos, pero el poder absoluto termina por dominarlos, como ocurre con Boromir y Saruman. Frodo, el portador del Anillo, podría ser una representación del “pecado original” del hombre, luchando constantemente con la tentación de sucumbir al poder del Anillo.
Además, la teología cristiana también contempla el concepto de la caída. Sauron, el creador del Anillo Único, es un reflejo de Lucifer, el ángel caído que busca dominar y controlar. Así como Lucifer cae de la gracia de Dios por su arrogancia y deseo de poder, Sauron cae al ser derrotado por la última Alianza y luego por los humildes hobbits, un símbolo de que la verdadera redención y poder no residen en la dominación, sino en la humildad y el sacrificio.
La conexión material
Pero para entender completamente la historia entre Tolkien y el anillo, hay que buscar en otros sitios. Hay una conexión material, descubierta por Tom Shippey: A principios del siglo XIX, en un templo romano en Lydney Park, en un lugar conocido como colina de los enanos, cerca de unas minas abandonadas, apareció una petición de maldición inscrita en una placa: “Para el dios Nodens. Silviano ha perdido un anillo. Entre los llamados Senicianus no se permite la salud hasta que la lleve al templo de Nodens”.
Curiosamente, en 1785, en un campo cercano, en Silchester, se había encontrado un anillo que tenía inscritas las palabras: “Senicianus vive bien en Dios”. Este anillo se conoce como The Vyne, es un anillo grande, pensado seguramente para llevar en el pulgar y con guantes. Tiene un visel en la parte superior grabado con una imagen de Venus.
En 1929, el arqueólogo Mortimer Wheeler, que se había dado cuenta de la conexión, encargó a Tolkien la búsqueda de la etimología del nombre Nodens. El autor había quedado fascinado con la historia y visitó varias veces la excavación arqueológica. Justo un año después comienza a escribir El Hobbit.
Tolkien descubrió que el dios-héroe Nodens está conectado con el héroe de la mitología irlandesa Nuada Aigetlám, o el de mano de plata. Mano de plata, en élfico, es Celebrimbor, el creador de los Anillos de Poder en asociación con su amigo Narvi, el enano que vivía en Khazad Dun, la “colina de los enanos”, las minas de Moria.
Esta conexión entre Eregion, Khazad Dun y Lydney Park fue señalada en primer lugar por Helen Armstrong. Shippey después, sólo unió todas las piezas.
ANILLOS Y EL PODER
Los Anillos de Poder, en especial el Anillo Único, son un vehículo para explorar tensiones filosóficas relacionadas con el poder y la moralidad.
No el único vehículo, eso sí, puesto que los anillos no son necesarios para mostrar esta corrupción: Sauron o Morgoth se corrompieron mucho antes de la creación de los anillos y Ella Laraña o el Balrog está corruptos, pero parece que les da igual el anillo.
En todo caso es uno de los temas clave del libro y un instrumento poderoso son los anillos, que llevan el adjetivo “de poder”. Tolkien plantea así la naturaleza corruptora del poder absoluto. Como en la famosa frase de Lord Acton, “el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”, el Anillo Único representa esa tentación del poder total, que no puede ser poseído sin consecuencias morales devastadoras.
Sin embargo, no faltan los autores que ha subrayado la inconsistencia de los personajes de Tolkien ante el poder corruptor del anillo. Bilbo o Sam son capaces de renunciar a él. Boromir, supuestamente virtuoso, sucumbe rápidamente. Gandalf lo rechaza. Frodo tarda, pero termina corrompiéndose. Gollum es la corrupción total. Parece que el anillo corrompe de manera distinta a cada personaje.
Shippey responde a esta crítica con un concepto poderoso: la adicción. Tolkien muestra un patrón de corrupción progresiva dependiendo del uso del anillo. Bilbo o Sam no utilizan lo suficiente el anillo para generar una dependencia irreversible, por eso Frodo al principio está también dispuesto a entregar el anillo. Gollum, como contrapartida, ya no tiene solución.
Esto está genialmente representado en las películas. Andy Serkis, el actor que interpreta a Gollum, aseguró que se inspiró en la adicción a las drogas para su actuación. Pero hemos dicho que no íbamos a hablar de las películas, así que eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
Tolkien concibió los Anillos de Poder como símbolos de control, dominio y, sobre todo, como representaciones del peligro inherente al poder absoluto. En la mitología de la Tierra Media, los Anillos no solo otorgan habilidades extraordinarias, sino que también exponen a quienes los portan a una corrupción inevitable. Esta dualidad —el anhelo por el poder y el precio que conlleva— es el eje central de la idea de los Anillos, especialmente del Anillo Único.
Desde un punto de vista narrativo y simbólico, los Anillos de Poder representan un recurso con dos caras. Por un lado, proporcionan a sus portadores habilidades inmensas: los Tres Anillos élficos permiten preservar y proteger, los Siete otorgaron a los enanos riquezas y resistencia, mientras que los Nueve Anillos confirieron a los hombres un inmenso poder y longevidad. Sin embargo, el precio de estas ventajas es la corrupción y la esclavitud. Incluso los elfos, que utilizaron los Tres Anillos de forma más “benigna”, no pudieron escapar completamente de la sombra del Anillo Único y su influjo.
Tolkien quería subrayar que el poder, especialmente el poder absoluto, nunca es neutral. Aunque algunos personajes buscan utilizar el poder para el bien, como Gandalf o Galadriel, ambos reconocen el peligro que supone el Anillo Único. En un momento crucial, Galadriel afirma que, si tomara el Anillo, se convertiría en una reina “terrible y hermosa”, pero inevitablemente cruel. Esta advertencia resuena con la visión que Tolkien tenía del poder: aunque sus efectos puedan parecer inicialmente positivos, su naturaleza misma es corruptora.
El Anillo Único, creado por Sauron, es el epítome de este poder absoluto. A través de él, Sauron no solo desea dominar a las criaturas vivientes, sino controlar la realidad misma. El Anillo Único contiene parte de la propia esencia de Sauron, lo que lo convierte en una manifestación física de su voluntad de dominio. A medida que los personajes entran en contacto con el Anillo, sus deseos y ambiciones son amplificados, pero también son esclavizados por él. Esto es lo que ocurre con Gollum, Boromir y, en última instancia, Frodo, quienes luchan constantemente contra el influjo del Anillo.
El poder absoluto no solo transforma moralmente a quienes lo poseen, sino que los despoja de su humanidad o esencia, volviéndolos meras herramientas de ese poder. Gollum, quien una vez fue un hobbit llamado Sméagol, se convierte en una criatura deformada física y espiritualmente por su ansia por el Anillo. De manera similar, los Nazgûl, antiguos reyes de los hombres, son convertidos en espectros, completamente subyugados por los Nueve Anillos y el control de Sauron. En cada uno de estos casos, Tolkien muestra cómo el poder absoluto despoja a los personajes de su individualidad y libre albedrío.
De hecho, destino y libre albedrío es otro de los temas de la obra relacionados con los anillos. Ante el deseo de Frodo de que Bilbo hubiera acabado con Gollum, Gandalf plantea la posibilidad de que Bilbo hubiera estado destinado a encontrar el Anillo, y que Gollum también tuviera un papel crucial que cumplir, lo que ilustra claramente el concepto del destino en El Señor de los Anillos.
La propia narrativa muestra cómo las decisiones pasadas tienen un impacto decisivo en los eventos futuros. Por ejemplo, tanto Bilbo como después hará Frodo, deciden perdonar a Gollum, lo que permite que él, finalmente, destruya el Anillo al caer en las Grietas del Destino, un acto que Frodo, bajo el influjo del poder maligno del Anillo, no logra llevar a cabo. Así, Frodo se salva de lo que parece ser un destino trágico, no por su propia fuerza, sino por lo que se percibe como un golpe de suerte.
Peter Kreeft recuerda aquí la providencia divina, expresada a través de la voluntad de los Valar, que a su vez refleja la voluntad de Eru y que podría guiar de alguna manera el destino de los personajes, como por ejemplo cuando Gandalf menciona que una fuerza oculta intervino para que Bilbo encontrara el Anillo Único mientras intentaba regresar al señor oscuro.
CONCLUSIÓN
Los Anillos de Poder son más que simples objetos mágicos; son un símbolo profundo del conflicto entre la ambición y la integridad, la tentación del poder absoluto y sus consecuencias destructivas. Tolkien nos muestra cómo el poder, incluso cuando se busca con buenas intenciones, puede corromper a quienes lo poseen, debilitando su voluntad y su humanidad. Los personajes de la Tierra Media, desde los sabios elfos hasta los reyes mortales, enfrentan decisiones críticas sobre el uso de los Anillos, y esas decisiones determinan su destino.
Además, los Anillos reflejan una tensión constante entre el libre albedrío y el destino. Las acciones individuales, como el perdón de Bilbo y Frodo hacia Gollum, juegan un papel crucial en el desenlace final, recordándonos que, incluso en medio de la oscuridad, la compasión y el sacrificio pueden inclinar la balanza.
En última instancia, Tolkien nos invita a reflexionar sobre el verdadero costo del poder y la importancia de mantener la moralidad, no por la recompensa, sino por preservar lo que somos. Los Anillos de Poder, especialmente el Anillo Único, son un recordatorio de que el control absoluto solo lleva a la destrucción, tanto de uno mismo como de aquellos que nos rodean.
FIN
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