Capítulo II: Sombras en el camino
Este relato es la adaptación novelada de una partida de rol que estoy jugando con varios amigos. La aventura está inspirada libremente en la campaña El Fantasma de los Bosques, perteneciente al módulo El Fantasma de la Marca del Norte. Todo está desarrollado con el sistema clásico de Rolemaster (principalmente la edición de Joc Internacional), combinado con MERP y diversas expansiones.
El relato se presenta en el blog sin ánimo de lucro, con el único propósito de registrar la partida y compartirla con los amigos y cualquier persona que busque nuevas aventuras en la Tierra Media.
Índice:
(Cada lunes, un nuevo relato hasta la conclusión de la aventura)
Capítulo I: Sombras sobre el Norte (6/1/2025).
Capítulo II: Sombras en el camino (13/1/2025).
Capítulo III: Sombras sobre Nothwa Raglaw (20/1/2025).
Capítulo IV: Sombras sobre Gersebroc (27/1/2025).
Capítulo V: Sombras sobre el bosque (3/2/2025).
Capítulo VI: Sombras sobre la despedida (10/2/2025).
Fontegrís
El bosque de los Trolls parecía cerrar sus fauces tras ellos mientras se desviaban hacia el margen del río. Las raíces y ramas retorcidas se disipaban poco a poco, dando paso a la ribera del Fontegrís, que los elfos llamaban Mitheithel. El murmullo del agua trajo consigo un respiro, pero la tensión seguía colgando del aire como una telaraña invisible.
—Seguiremos el cauce —dijo Drotnas, caminando junto al río—. El bosque queda atrás, y con él, los problemas.
Eru Mac, sin embargo, no parecía tan convencido.
—¿Y si los problemas deciden seguirnos?
Lazax, caminando en silencio, dejó que su mano descansara cerca de la empuñadura de su espada.
—Lo harán. Pero mientras estemos a campo abierto, los veremos venir.
Encuentro en la Maleza
La noche caía cuando vieron movimiento entre los arbustos al otro lado del río. Figuras agazapadas, orcos moviéndose en fila, casi como sombras vivas. Se detuvieron, ocultándose tras una formación de rocas y maleza alta.
—No nos han visto —susurró Eru Mac, observando al grupo de orcos moverse en dirección contraria.
Drotnas frunció el ceño.
—No aún.
Lazax observó cómo los orcos se desvanecían entre los árboles.
—Están patrullando, pero no están solos. Este bosque no es suyo, lo cruzan con cautela.
—¿Y qué buscan? —Eru Mac se inclinó hacia él.
—No tengo ni idea.
Un Tenso Encuentro
Dos días después, el encuentro fue inevitable. El sol del crepúsculo descendía sobre el cauce del río cuando un pequeño grupo de orcos emergió de la maleza a menos de veinte pasos. Eru Mac levantó una mano para que todos se detuvieran.
Los orcos los vieron.
Durante largos segundos, el viento fue lo único que se movió. Lazax sintió el sudor perlar su frente mientras las manos de Eru Mac y Drotnas se posaban lentamente en sus arcos.
El orco más alto, con una capa raída y una lanza al hombro, les observó sin decir palabra. Finalmente, el grupo orco siguió su camino río abajo, sin volverse.
—¿Nos están tanteando? —murmuró Drotnas cuando se perdieron de vista—. Probablemente volverán.
Flechas
Aquella misma noche, mientras la luna ascendía sobre el horizonte, las flechas rompieron el silencio.
Drotnas fue el primero en girar, lanzando una flecha antes de que el primer orco lograra apuntar. Eru Mac disparó casi al mismo tiempo.
—¡Cubríos! —gritó Lazax, arrodillándose detrás de una formación rocosa.
El intercambio de proyectiles duró lo que parecieron minutos interminables. Los orcos disparaban desde la espesura del bosque, mientras Drotnas y Eru Mac respondían.
Finalmente, Lazax sacó la tela de las runas de Rivendel y movió tan solo los labios leyendo con precisión. Susurró palabras antiguas, y el aire pareció ondular frente a ellos.
—Quedaos detrás de mí.
Con un gesto fluido, pasó su palma por el suelo. Ante ellos surgió la imagen de una espesa planta arizónica, cuyas espinas relucían a la luz de la luna. Las flechas que siguieron se perdieron en la ilusión, y el bosque quedó en silencio.
Los orcos, desconcertados, se retiraron.
Sombras Sigilosas
Durante los días siguientes, los orcos se mantuvieron cerca, pero nunca demasiado visibles. Drotnas los percibía a veces, figuras difusas entre los árboles, observándolos desde lejos.
—Nos siguen, pero no atacan —dijo Eru Mac una mañana, mientras descansaban.
—¿Nos están dejando llegar a nuestro destino? —respondió Lazax—. Quizá quieren ver qué encontramos antes de decidir si valemos la pena.
Camino a la ciudad
Pasaron dos días más. Tomaron el sendero hacia el oeste, que bordeaba el río Raglaw, afluente del Fontegrís. El río serpenteaba suavemente, y tras varias horas de marcha, comenzaron a aparecer señales de que Nothwa Raglaw no estaba lejos. Al principio fue solo un delgado hilo de humo elevándose entre los árboles, seguido por la silueta de un molino de agua que giraba perezosamente junto a la orilla.
A medida que avanzaban, las primeras casas de campo se asomaron entre colinas cubiertas de matorrales. Eran estructuras modestas, con tejados de paja o pizarra y muros de piedra gris. A su alrededor, pequeños huertos y corrales con gallinas y cabras rompían la monotonía del paisaje. Un par de niños descalzos correteaban junto a un perro lanudo, mientras un anciano, apoyado en una valla de madera, les observaba con ojos cansados. Saludaron al grupo con una leve inclinación de cabeza, sin detener su trabajo.
El camino continuaba cuesta abajo y las casas se hicieron más frecuentes, diseminadas en los campos que se extendían hacia el oeste. Filas de trigo seco y barbechos indicaban que la temporada de cosecha había terminado hacía poco. Un agricultor levantó la mirada desde su carreta, deteniéndose a contemplar brevemente a los recién llegados antes de volver a su labor.
Más adelante, el sendero se ensanchó y las casas comenzaron a apiñarse. Las construcciones eran más grandes, de piedra bien trabajada, con chimeneas humeantes y pequeñas banderolas colgadas en los marcos de las ventanas. El aire olía a pan y madera quemada, mientras las voces de mercaderes y artesanos resonaban en la distancia.
Grupos de aldeanos caminaban por los márgenes del camino, algunos llevando cestas de víveres, otros empujando carretas con barriles o leña. Carros de mercancías crujían bajo el peso de pieles y sacos de grano, y los pastores guiaban a sus rebaños hacia los corrales cercanos a la ciudad. A medida que se acercaban al núcleo urbano, el tránsito de personas aumentó y las conversaciones, risas y regateos comenzaron a envolverlos.
A lo lejos, las murallas de Nothwa Raglaw se alzaban imponentes, con sus torres de vigilancia elevándose por encima de los techos. El sonido metálico de un martillo en la forja cercana marcaba el ritmo de la vida diaria, mientras la ciudad pasaba bajo el sol del inicio de la tarde.
Disclaimer:
Este contenido no está afiliado ni respaldado de ninguna manera por los titulares de los derechos de El Señor de los Anillos o Rolemaster. No poseemos derechos sobre los personajes, lugares, módulos o cualquier otro elemento relacionado con la obra de J.R.R. Tolkien o los sistemas de juegos mencionados. Lo que hacemos es compartir nuestra pasión por la Tierra Media y el rol, sin ánimo de lucro, simplemente como una conversación entre amigos para promover y disfrutar de los juegos de rol y de este maravilloso universo. ¡Esperamos que lo disfrutes tanto como nosotros!
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