Stephen King contra Richard Bachman

Stephen King contra Richard Bachman: ¿Talento, esfuerzo o suerte?

Hoy vamos a hablar de por qué Stephen King es o fue también Richard Bachman, qué le llevo a elegir este pseudónimo y cómo le dio vida. Dos caras de la misma moneda literaria, una dualidad que revela tanto las obsesiones más oscuras como la versatilidad creativa.

Primero, explicamos cuándo y por qué Stephen King decidió crear a Richard Bachman. Después hablamos de su biografía, para pasar después a su bibliografía, que veremos libro por libro. Concluimos con una reflexión filosófica, y larga, ya os aviso, sobre qué es más importante para tener éxito, el esfuerzo, el talento o la suerte.

Richard Bachman

Introducción

A finales de los 70  y principios de los 80, la visión general de los editores es que los autores no debían publicar más de un libro al año, para no cansar al público. Para la mayoría de escritores un libro al año es incluso mucho. Pero para algunos autores muy prolíficos, esto puede suponer un problema.

Stephen King pertenecía y pertenece a estos últimos. Contando novelas, colecciones de relatos cortos, libros de no ficción y guiones, ha publicado más de 100 obras desde la publicación de Carrie en 1974, y prácticamente una novela por año. A veces más.

Y ese a veces más al principio de su carrera, fue un problema. Así que decidido a publicar todo lo que pudiera, se le ocurrió una idea: un pseudónimo. Además, publicar bajo un pseudónimo le permitía dos ventajas. Primero, tener un estilo algo diferente, que podría ser más crudo. En segundo lugar, podría resolver una duda que le acechaba desde el principio de su carrera: ¿su éxito había sido talento, esfuerzo o suerte?

El talento y el esfuerzo es obvio que los había puesto. Pero la suerte juega siempre un papel importante, muchas veces clave. Stephen King lo sabía así quería hacer la mínima publicidad a su alter ego para ver si era capaz de triunfar otra vez, sólo por su manera de escribir. O principalmente por ello.

El nombre que había escogido en primer lugar para llevar a cabo este experimento fue Gus Pillsbury, el nombre de su abuelo materno. Pero finalmente se decantó por Richard Bachman. Richard, por Richard Stark, pseudónimo con el que Donald E. Westlake publicó su serie de novelas negras con el criminal Parker como protagonista. En cuanto a Bachman, salió de Bachman–Turner Overdrive, un grupo de rock que le gustaba mucho a King en aquel entonces.

Así nació Richard Bachman. Y como si fuera un personaje de sus novelas, King le dio una historia, una familia y una personalidad.

Biografía de Bachman

De acuerdo con la descripción proporcionada en la sección “acerca del autor” de las primeras novelas, Bachman nació en Nueva York, en 1942, sirvió cuatro años como guardacostas en el ejército y luego otros diez en la marina mercante. Cuando se retiró, se instaló en una zona rural del centro de New Hampsire, donde montó una granja de vacas. Por las tardes, para relajarse escribía sus historias en su máquina Olivetti, siempre frente a un vaso de Whisky.

Bachman vivía junto a su mujer, Claudia Inez Bachman, a la que dedicó su primera novela. Ambos trataban de recuperarse de la trágica muerte de su hijo, que se había ahogado en un pozo siendo un niño.

En 1982, Bachman sufrió un tumor cerebral, pero que se había curado con delicada cirugía. Sin embargo, poco después, en 1985, Steve Brown, un empleado de librería que había encontrado bastante parecido entre el estilo de King y Bachman, decidió investigar algo más.

Así, Brown localizó un documento en los registros de la editorial en la Biblioteca del Congreso, que señalaban a King como autor de una de las novelas de Bachman. Brown notificó a los editores su descubrimiento, preguntándoles cuál sería el siguiente paso. Dos semanas después, el mismo King lo llamó por teléfono para sugerirle que lo contara y asegurando que le concedería después una entrevista.

Stephen King o mejor dicho, Bachman, estaba justo escribiendo la terrible y maravillosa Misery, que debería haberse publicado como un libro de Bachman. King cambió de opinión y lo publicó bajo su nombre, siendo quizá una de sus obras más reconocidas, que quizá podría haber sido la que lanzara a Bachman al estrellato y haber probado a King que el talento vale más que la suerte. O no. Ya nunca se sabrá.

La muerte de Bachman

Cuando el secreto fue descubierto, se reveló a través de algunas notas de prensa publicitarias y artículos sobre el autor que Bachman había fallecido, en concreto de “cáncer de seudónimo, una forma rara de esquizofrenia”. Con todo, más adelante, en su artículo “la importancia de ser Richard Bachman”, King aseguraría de forma más romántica, que en realidad había muerto de un shock. Bachman, asegura King, era el lado vampiro de su existencia, asesinado por la luz del sol de la revelación.

La mitad oscura

En 1989, Stephen King volvería a este tema escribiendo La Mitad Oscura, que por cierto, fue adaptada al cine en 1993. La mitad oscura narra la historia de Thad Beaumont, un autor que ha tenido un  éxito moderado tirando a bajo escribiendo novelas con su propio nombre. Sin embargo, bajo un seudónimo, George Stark, y con un estilo más violento y oscuro, tiene un gran éxito.

Por cierto, recordad que como hemos comentado antes, Stark es el apellido del pseudónimo con el que Donald E. Westlake publicó su serie de novelas de Parker. De hecho esta vez Stephen King preguntó personalmente a Westlake si podía usar el nombre.

En fin, la cosa es que Thad decide abandonar a Stark y revelar su verdadera identidad, cuando se produce–atención spoiler aunque no demasiado importante- un evento sobrenatural: el alter ego de Thad cobra vida y comienza a cometer asesinatos. A medida que Stark toma el control, Thad se ve obligado a enfrentarse a las consecuencias de haber creado a este personaje, lo que desencadena una lucha entre su vida como escritor y la violencia que representa Stark. No más spoilers.

La novela explora temas de dualidad, creatividad y la lucha interna del autor con su identidad y sus obras. A medida que Thad intenta deshacerse de su oscuro seudónimo, se da cuenta de que George Stark es una parte integral de su ser. La trama se desarrolla en un ambiente de horror psicológico, donde la línea entre la realidad y la ficción se difumina, reflejando las complejidades de la mente del escritor y los peligros de dejar que los aspectos oscuros de la creatividad tomen el control.

La conexión con Stephen King y Richard Bachman es obvia. La mitad oscura se puede interpretar como una reflexión sobre las propias luchas del autor con su identidad como autor, sus seudónimos y la naturaleza de la creatividad. La novela plantea preguntas sobre la autoría y el control creativo. Thad pierde el control sobre George Stark, lo que puede verse como una metáfora de cómo King podría sentir que su seudónimo Bachman escapaba de su control creativo, especialmente en cuanto a la dirección de las historias.

Bibliografía de Richard Bachman

Diferentes nombres, diferentes estilos

La diferencia de estilos entre Richard Bachman y Stephen King, aunque ambos son la misma persona, es notable y deliberada. Al fin y al cabo, Stephen King creó a Bachman también para explorar temas y enfoques literarios que se distanciaban de su estilo.

En general, Richard Bachman presenta un tono más sombrío, frío y cínico. Sus libros suelen tener una visión mucho más pesimista del mundo, con personajes que están atrapados en circunstancias opresivas, sin salida clara. La atmósfera es más dura, y las historias tienden a centrarse en los aspectos más oscuros y destructivos de la naturaleza humana. Las historias a menudo terminan de manera cruel y sin esperanza.

En cuanto a la forma de escribir, Bachman es más crudo y directo, con descripciones más escuetas, y la narrativa avanza de manera implacable hacia resultados muchas veces devastadores. Bachman evita los adornos estilísticos, presentando un enfoque más brutal y minimalista de la escritura, lo que refuerza el tono sombrío de sus historias.

Dicho todo lo anterior, a ver, a King le pillaron según se cuenta porque Steve Brown había notado las similitudes en el estilo con Bachman. Y es cierto que sobre todo a posteriori, una vez lo sabes, hay cosas que deberían haber llamado la atención.

Tanto Bachman como King suelen explorar la alienación y el aislamiento de sus personajes, quienes a menudo se sienten marginados por la sociedad o atrapados en circunstancias opresivas. Ambos estilos también comparten una exploración profunda del lado oscuro de la naturaleza humana, mostrando cómo la violencia, la crueldad y los impulsos irracionales emergen en situaciones extremas. Otra de las similitudes es la crítica social y política, que aunque expresada de maneras distintas, está presente tanto en King como en Bachman. Stephen King utiliza el terror sobrenatural para exponer las dinámicas de poder y las tensiones sociales, mientras que Bachman es más crudo en su enfoque, pero igualmente crítico con las instituciones opresivas. Además, tanto King como Bachman centran sus historias en personajes comunes que enfrentan situaciones extraordinarias. Los protagonistas no son héroes tradicionales, sino personas ordinarias que se ven empujadas al límite. Finalmente, tanto King como Bachman comparten una capacidad única para capturar el horror cotidiano.

Libros de Bachman en vida

Rabia

La primera novela de Bachman fue Rabia, en 1977. Ese mismo año Stephen King había publicado El Resplandor.

La obra se adentra en la psicología del personaje principal, un adolescente objetivo de acoso por parte de sus compañeros , mostrando cómo la violencia puede surgir de un profundo sentido de desesperación y aislamiento.

Rabia es una novela polémica. Después de varios incidentes en colegios en la vida real parecidos a la trama, King decidió retirar el libro de circulación. De hecho ya no aparece ni siquiera en las recopilaciones de la obra de Bachman, y King publicó el ensayo Guns en 2013 como auto respuesta. King en general se siente bastante arrepentido de haber publicado esta novela y ha llegado incluso a asegurar que hay algunas alarmas que debió haber visto en su propia obra para saber que no debía publicarla.

A pesar de su controversia, Rabia sigue siendo una obra significativa en la bibliografía de King, abordando cuestiones complejas sobre la violencia juvenil y las terribles repercusiones de la ira descontrolada.

La Larga Marcha

En 1979, se publica la novela la larga marcha bajo el nombre de Bachman. El mismo año, King publicaba La Zona Muerta.

Al parecer, La Larga Marcha fue la primera novela que King escribió, en su primera año de carrera en Maine, casi una década antes de la publicación de Carrie.

La historia se sitúa en un futuro distópico donde un grupo de cien adolescentes participa en un brutal evento conocido como la Larga Marcha. Este evento es una competencia en la que los participantes deben caminar a una velocidad constante de cuatro millas por hora, y cualquier persona que reduzca la velocidad o se detenga es eliminada, en sentido literal.

A lo largo de la novela, King profundiza en temas como la supervivencia, la camaradería y la desesperación, utilizando la Larga Marcha como una metáfora de la vida y sus desafíos. La historia examina la naturaleza humana y la lucha entre el deseo de vivir y la inevitabilidad de la muerte, al mismo tiempo que critica la deshumanización y el entretenimiento violento de la sociedad.

Ha habido algunos intentos de llevar esta novela al cine, desde finales de los 80, aunque nunca han llegado a buen puerto. En el verano de 2024 se anunció que se habían elegido ya los actores, por lo que podría ser una realidad por fin. Pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Carretera Maldita

En 1981, Bachman publica Carretera Maldita. La historia sigue a un hombre que se enfrenta a una crisis existencial cuando su vida y su entorno se ven amenazados por la expansión de un proyecto de construcción que busca arrasar su hogar y el área que ha conocido durante años.

El protagonista es un personaje profundamente frustrado y nostálgico, que se aferra a su hogar y a su pasado mientras el mundo a su alrededor cambia de manera irreversible. A medida que la construcción avanza, Bart se siente cada vez más alienado y desesperado, lo que lo lleva a tomar decisiones drásticas y violentas.

King ha pasado por varias fases respecto a esta novela. Al principio no le gustaba mucho e incluso estuvo a punto de retirarla de la primera recopilación de libros de Bachman. Recientemente sin embargo dice que es una de sus mejores obras entre las novelas que escribió inicialmente.

El Fugitivo

En 1982 se publica el Fugitivo, el mismo año que King publica Cujo.

La historia se desarrolla en un futuro distópico en el que la sociedad ha caído en una grave crisis económica y moral, y el entretenimiento violento se ha convertido en la norma. El protagonista es un hombre desesperado que se ve obligado a participar en un reality show extremo donde los concursantes deben huir de cazadores profesionales que intentan capturarlos, todo esto mientras son televisados en vivo para el morbo del público. A medida que avanza la trama, Richards debe enfrentarse no solo a sus perseguidores, sino también a los dilemas éticos y morales que surgen de un sistema que fomenta la violencia por entretenimiento.

En 1987, la novela fue adaptada por Paul Michel Glaser en un film que protagoniza Schwarzenegger y que aunque se inspira en la novela y mantiene parte del espíritu, al final se toma muchas licencias. También se hizo un videojuego de plataformas de esta película.

Yo tengo un recuerdo especial de esta película, porque la ví en el autobús con mi padre, la primera vez que fui al parque de atracciones de Madrid. Fue una sorpresa. Me despertó por la mañana, me dijo que nos íbamos al parque de atracciones y salimos desde Salamanca, donde yo vivía entonces. Pasamos el día y volvimos, y a la vuelta pusieron esa película para cerrar un día perfecto.

La Maldición

En 1984 Bachman publicó La Maldición. Ese mismo año, King publicó Los Ojos de Dragón, una novela de fantasía medieval y también El Talismán, junto a Peter Straub, una novela de mis novelas favoritas, ya no de King sino en general.

La historia sigue a un abogado de éxito que lleva una vida cómoda hasta que atropella accidentalmente a una anciana gitana. A pesar de que logra evadir la justicia gracias a sus influencias, un familiar de la víctima lanza una maldición sobre Billy, que provoca que comience a perder peso de manera incontrolable.

La novela explora temas como la culpa, la justicia y las consecuencias del abuso de poder. A medida que se busca una forma de detener la maldición, se enfrenta la responsabilidad por el accidente y se critica al sistema que le permitió escapar sin castigo. La maldición es también una reflexión sobre la venganza y el precio que se paga cuando se intenta eludir las consecuencias de las propias acciones. La historia combina elementos de horror sobrenatural con una narrativa moral, característica de las obras de Stephen King.

De hecho, quizá tan característica que es la obra que llevó a Steve Brown a descubrir el secreto.

En 1996, Tom Holland dirigió una adaptación cinematográfica de la novela, en la que King hace un breve cameo. No es una gran adaptación, pero algo es algo.

Libros póstumos

También en 1996 se publicó Posesión, bajo el pseudónimo de Bachman, el mismo año que King publica Desesperación. Ambas novelas están fuertemente vinculadas, y comparten personajes y temas, pero están situadas en realidades paralelas.

Ambas novelas exploran temas de control, el poder de la imaginación y las fronteras entre la realidad y la fantasía, así que viene a cuento en este canal. Igual que en muchas otras obras de King, el mal sobrenatural refleja las ansiedades internas de los personajes, mientras luchan no solo contra la amenaza externa, sino también contra sus propios demonios personales.

En la publicación  se asegura que Bachman había escrito la novelas años antes, pero el manuscrito había sido descubierto por la viuda de Bachman en un baúl recientemente.

En 2007, se publica Blaze también bajo el pseudónimo de Bachman.

Stephen King la escribió en la década de 1970, pero fue guardada durante años hasta que decidió revisarla de nuevo y publicarla bajo Bachman, tras asegurar que había encontrado la obra de Richard en un ático.  En realidad, en varias entrevistas, King señala que publicó bajo el pseudónimo porque pegaba más con el estilo de este y porquese publicó por la fecha en la que escribía en este estilo. Además, fue guardada porque los editores en aquel momento prefirieron publicar Salem´s Lot, por lo que podría haber sido una novela de Bachman.

La obra es una mezcla de thriller criminal y tragedia, donde se exploran las consecuencias de una vida marcada por el abuso, la pobreza y las malas decisiones. Blaze es, en cierto modo, un homenaje al estilo de las novelas de crimen de la vieja escuela, pero con el toque único de King en la creación de personajes complejos y emocionalmente resonantes.

¿Talento, esfuerzo o suerte?

Y hasta aquí la conexión de Richard Bachman y Stephen King. Pero no quiero cerrar el post sin hacer una reflexión sobre el experimento de King, que creo que abre un interesante debate: ¿qué es más importante para tener éxito? ¿El talento, el esfuerzo o la suerte?

En un estudio publicado en 1988, Jonathan Baron y John Hershey ponían a un sujeto a tomar decisiones en situaciones de incertidumbre y por otro lado un grupo de sujetos valoraba esas decisiones como buenas o malas.

Por ejemplo, en uno de los experimentos se pedía a una persona elegir entre obtener 200 USD con seguridad o arriesgarse y ganar 300 USD con un 80% de probabilidad o nada con 20% de probabilidad. Desde una perspectiva puramente lógica, como máquinas, lo más razonable es escoger arriesgarse, puesto que la expectativa de esta opción es ganar 240 USD frente a los 200.

Pero los autores no estaban analizando la aversión al riesgo del sujeto, sino cómo juzgaba la decisión el grupo de observadores. Y lo interesante de los resultados es que esta valoración dependía de si se hacía antes o después del resultado. Antes de conocer el resultado de la decisión, si el sujeto elegía arriesgarse se valoraba, en promedio, mejor que si no decidía arriesgarse.

Sin embargo, una vez conocido el resultado, la nota cambiaba dependiendo del propio resultado. Si se arriesgaba y perdía, la valoración era en promedio mala. Si se arriesgaba y ganaba, la valoración era en promedio, buena.

Este estudio ilustra claramente lo que se conoce como el sesgo de resultado, que refleja la tendencia de los humanos a valorar una decisión no por la lógica del proceso de tomarla, sino por el resultado del mismo. Esto es, tendemos a pensar que el porqué de una decisión es irrelevante, lo relevante recae sobre el resultado que es obviamente desconocido a priori.

Ignoramos por tanto el peso de la incertidumbre, subestimando el papel del azar y sobrevalorando otros factores que podrían ser importantes pero no condiciones ni necesarias ni suficientes para explicar el resultado final.

Vivimos en un mundo donde la cultura popular glorifica la figura de la persona hecha a sí misma. Esta persona que a través de su esfuerzo logra alcanzar la cima. La noción de que cualquiera puede triunfar si se esfuerza lo suficiente es casi un dogma. Valoramos el esfuerzo como una virtud central en la vida humana, representada fielmente en la narrativa del sueño americano.

Y es cierto, el trabajo y el esfuerzo son admirables, deben ser reconocidos y seguramente ayudan a decantar las probabilidades de éxito a nuestro favor. De hecho quizá sea de los pocos factores que están en nuestra mano, que dependen sólo de nosotros.

Pero la experiencia demuestra que millones de personas que trabajan y se esfuerzan diariamente durante toda su vida, no alcanzan nunca las recompensas que se prometen, ni siquiera haciendo todo bien.

Y en el contexto económico y social actual, este mito del esfuerzo y del mérito crea a menudo una falsa ilusión de control. Y lo que es peor, dándole la vuelta al argumento puede generar una narrativa peligrosa, que culpa a los que fracasan de no haberse esforzado lo suficiente o haberse esforzado menos que otros.

 A veces también se recurre, como hace Stephen King, al talento o la falta de este en el caso del fracaso, que sería algo relativamente alejado del esfuerzo. El talento es en realidad un término esquivo, complicado de explicar pero que se suele reconocer al verlo. Algo supuestamente innato. Un regalo, reservado para unos pocos privilegiados, que son los que triunfan.

Algo ilusorio, en realidad, porque lo cierto es que a medida que crecemos, el entorno y la educación juegan un papel fundamental en el desarrollo de lo que llamamos talento. E incluso aceptando que hay personas que nacen con determinadas habilidades excepcionales, el contexto sigue siendo crucial para que se desarrollen y florezcan. Muchos talentos se pierden sencillamente por falta de oportunidades, algo que no depende ni del esfuerzo ni del propio talento. Y en la reflexión anterior ni siquiera entramos en hasta qué punto el talento mismo es cuestión de esfuerzo o de suerte.

Y la discusión nos lleva en este punto a su núcleo, al factor invisible e ignorado. En una encuesta de Yougov en 2021, confirmada por otra de IPSOS con resultados similares en 2024, tan sólo uno de cada cuatro estadounidenses piensa que la suerte es el factor más relevante en el éxito. Y entiendo que puede ser incómodo de aceptar, pero el azar juega un papel mucho más relevante de lo que nos gusta reconocer.

Los investigadores italianos Alesandro Puchino, Alessio Biombo y Andrea Rapisarda, de la Universidad de Catania publicaron un estudio en 2018 llamado Talento contra Suerte, que les llevó a obtener un premio Ignobel de economía en 2022, los premios que te hacen reir y después pensar.

En su trabajo, los autores ofrecen una explicación matemática de por qué el éxito no llega necesariamente a las personas que tienen más talento o que más se esfuerzan, sino a las más afortunadas. En resumen, señalan que el esfuerzo o el talento están distribuidos normalmente entre la población, mientras que la riqueza o la fama siguen una distribución de poder, o de Pareto: hay pocos famosos y millonarios, pero muchos pobres y desconocidos.

Por tanto hay una diferencia entre la distribución de los inputs, los talentos y el esfuerzo, que siguen una distribución normal o gaussiana como hemos dicho y la distribución de los resultados, el output, que sigue una distribución de Pareto. Esta discrepancia sugiere que falta un elemento principal, un ingrediente clave que explica el problema. La suerte.

Del mismo modo, otros investigadores como Nassim Taleb, en su libro Existe la Suerte, por ejemplo, o Robert Frank, columnista económico del New York Times, defienden que el papel de la suerte, de la aleatoriedad, es muy superior al que se estima habitualmente.

Y todo esto no resta valor al esfuerzo o al talento, tan sólo lo pone en su lugar. Tener suerte no significa no haberse esforzado muchísimo y merecer un reconocimiento por ello. De hecho la suerte favorece a los audaces, decía el poeta Virgilio. Estar en el sitio adecuado en el momento adecuado es más probable si estás en muchos sitios en muchos momentos, lo que requiere esfuerzo.

Pero eso no nos debe dejar caer en el sesgo del superviviente, que nos lleva a escuchar las historias de aquellos que están en la cima, que con frecuencia atribuyen su éxito a su talento o esfuerzo porque vende mucho más, incluso para uno mismo, esa narrativa de la persona hecha a sí misma. Tiene más interés la historia de aquel que comenzó doblando camisetas y ahora dirige un imperio de la moda que la del que no dio un palo al agua y heredó la empresa de los padres de su pareja. Y aunque la historia del esfuerzo detrás del éxito fuera cierta, de nuevo omite la verdad incómoda de que hay millones de personas con el mismo o más talento poniendo el mismo o más esfuerzo y nunca alcanzarán el mismo éxito, debido a factores que están fuera de su control.

Por supuesto, todo esto no debe llevarnos a caer en la falacia autocompasiva de que no estamos triunfando debido a nuestra mala suerte. Al final, es como comprar boletos para una lotería, talento y esfuerzo significa comprar más boletos, pero con que tengas todos los boletos menos uno, puede no tocarte nada.

Talento, trabajo duro y suerte se entrelazan en una relación compleja. Aunque el talento y el esfuerzo ayudan, la suerte, esa ignorada, resulta que en realidad es la condición suficiente y necesaria para el éxito.

Por eso no te frustres mucho si tu esfuerzo parece que no da resultados. Continua por el hecho de disfrutar lo que haces. No confundas ser y estar. No confundas quién eres con dónde estás. Eres quien eres, y puedes trabajar quién quieres ser. Dónde estás, depende de muchos factores, principalmente de la suerte.

La narrativa meritocrática que nos han enseñado desde la infancia pasa esto por alto, así que ponlo en su lugar de importancia. La vida es incierta y la suerte juega un papel esencial. Ni lo uses como excusa para no esforzarte ni como fuente de frustración para autocastigarte.

Y en fin, vaya rollo te he pegado al final, ¿eh? No te lo esperabas.  Si te he pillado desprevenido y sigues aquí, aprovecha y deja un comentario. ¿Qué opinas de todo esto? ¿Qué crees que es más importante, el talento, el esfuerzo o la suerte?

por Atreyu

«Fronteras de Fantasía» es un blog fascinante que te llevará a universos llenos de aventura, misterio y magia. Este espacio se dedica a explorar los límites de la imaginación a través de la ciencia ficción, la fantasía heroica, los cómics, los libros, los juegos de mesa y el rol, sin descartar nada porque Fantasia no tiene fronteras.

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