Ibáñez generado por IA

Súper Humor: el legado de Francisco Ibáñez

La influencia de Ibáñez en el mundo del cómic y su legado en la historieta.

A lo largo de la historia, los disfraces han sido una poderosa herramienta de expresión y entretenimiento en la cultura humana. Desde rituales ancestrales hasta las fiestas modernas, han sido una forma única de expresar nuestra identidad y liberar nuestras emociones.

Disfrazarse nos permite explorar nuestra imaginación y mantener vivas las tradiciones a lo largo del tiempo. Nos brinda una liberación emocional, permitiéndonos romper las barreras de nuestra identidad cotidiana y actuar de manera más extrovertida o audaz. Es una forma de placer creativo, donde dejamos atrás nuestras preocupaciones y estrés para sumergirnos en un ambiente de diversión y alegría.

El juego de roles que conlleva el disfraz es esencial para nuestro desarrollo psicológico, especialmente en la infancia. Los niños pueden comprender mejor el mundo que les rodea, desarrollar habilidades sociales y aprender a entender las emociones y perspectivas de los demás. Es una forma valiosa de exploración y aprendizaje.

Los disfraces son parte integral de festividades y celebraciones culturales en todo el mundo. Desde carnavales hasta eventos temáticos, unen a las personas bajo un espíritu festivo y de comunidad. También se convierten en símbolos de identificación y admiración mutua en convenciones y encuentros temáticos.

Al disfrazarnos, liberamos nuestra imaginación y nos sumergimos en un mundo de fantasía donde podemos ser quienes queramos ser. Es una expresión única y liberadora de nuestra identidad. Nos ofrecen la oportunidad de encarnar personajes, criaturas y figuras que reflejan nuestra personalidad y deseos ocultos.

Cada disfraz, por tanto, dice algo del que lo lleva.

Fiesta de disfraces

Me pregunto, en este sentido, qué dicen de su personalidad los más de 10.000 disfraces que se ha puesto Mortadelo a lo largo de sus 65 años de vida. O de la de Filemón, que, aunque con menor éxito ha vestido casi un centenar. También el superintendente Vicente, Ofelia, el doctor Bacterio y, hasta el propio Ibáñez en sus autorretratos, han vestido disfraces a lo largo de sus propias viñetas.

https://www.artstation.com/artwork/5BRQNE
Súper Humor: el genio tras Mortadelo y Filemón. Hablamos de la influencia de Ibáñez en el mundo del cómic y su legado en la historieta.

Clever & Smart en noruego, checo y alemán. Mort & Phil, en inglés. Paling & Ko, en neerlandés. Mortadelo e Salaminho en portugués (Brasil). Mortadela e Salamão en portugués (Portugal). Flink och Fummel en sueco. Flip & Flop en danés.

El gran Ibáñez, que ha fallecido esta se mana pasada. Cuánto nos has hecho reír. No sé qué dirán esos disfraces de la personalidad de Mortadelo, pero sí tengo claro qué dicen de la tuya: que eras un currante. Un currante como mis padres, como sólo los de aquella generación que nació durante la guerra puede ser.

Sólo así se consigue disfrazar más de 10 mil veces a Mortadelo en los más de 200 álbumes del personaje. De hecho, a los 85 seguía currando en su despacho cada día.

No faltaron las críticas, claro, ni los rumores de que le ayudaban varias personas. Pues claro. Él mismo reconoce que así fue, que sería imposible si no. Lamentaba perder responsabilidad en el proceso creativo, pero seguía al cargo de los guiones. Siempre se consideró más guionista que dibujante.

Ibáñez, desde bien pequeño, mostró una profunda pasión por los cómics y el dibujo. De niño dibujó un ratón en una esquina de un periódico, que su padre recortó y llevó en la cartera toda la vida. A los 11 años, publicó su primer dibujo en la sección de “Colaboraciones de nuestros lectores” de la revista “Chicos” de Consuelo Gil: la cabeza de Halcón Veloz, copiado de una historieta de Cuto, del gran Jesús Blasco. Recibió por él un premio de cinco duros.

Más de lo que recibió durante muchos años por disfrazar a Mortadelo: en 1986 la editorial Bruguera, que había publicado las historietas de Mortadelo y Filemón durante décadas, registró los derechos de estos personajes, lo que significó que Ibáñez perdió el control sobre los mismos. Durante los siguientes años, se publicaron historietas de Mortadelo y Filemón que no fueron ni escritas ni dibujadas por él (ni cobradas, por supuesto).

Bruguera quebró y en 1990, Ibañez finalmente, llegó a un acuerdo con Ediciones B, que era quien se había quedado con los derechos.

Estos personajes nacieron en 1957, cuando la Editorial Bruguera confió a Ibáñez la creación de una serie para la revista Pulgarcito. Propuso varios nombres para sus detectives, como “Mr. Cloro y Mr. Yesca”, “Oscarino y Pernales” o “Lentejo y Fideíno”. El 20 de enero de 1958, salió a la luz la primera historieta de estos particulares agentes secretos. En sus orígenes, Mortadelo y Filemón eran una parodia de Watson y Sherlock Holmes: Mortadelo llevaba bombín y paraguas negro, mientras Filemón, chaqueta y sombrero a cuadros, y fumaba en pipa, al estilo del mítico detective británico.

Fue en esos primeros años que Ibáñez decidió disfrazar a Mortadelo, una sugerencia de Vázquez, el creador de Anacleto, según cuenta él mismo. De Buitre, de General, de Hulk, de Cangrejo… hasta de Universo, en su mítico duelo con Lucrecio Calcetini en el genial “El disfraz, cosa falaz”, de 1995.

El disfraz cosa falaz: Súper Humor: el genio tras Mortadelo y Filemón. Hablamos de la influencia de Ibáñez en el mundo del cómic y su legado en la historieta.
El disfraz cosa falaz, viñetas

En 1969, Mortadelo y Filemón dieron un salto cualitativo al comenzar a publicarse historietas largas de 44 páginas, que luego saldrían en forma de álbumes, obteniendo un éxito rotundo entre los lectores.

Entre mis favoritas cabe añadir, sin duda alguna, El Sulfato Atómico, Kilociclos Asesinos o el Cochecito Leré, sin olvidarnos de El Rayo Transmutador o El Antídoto.

El Sulfato Atómico
Súper Humor: el genio tras Mortadelo y Filemón. Hablamos de la influencia de Ibáñez en el mundo del cómic y su legado en la historieta.

Los agentes de la T.I.A. (Técnicos de Investigación Aeroterráquea), una parodia de la CIA inspirada en la serie de televisión Superagente 86, alcanzaron una gran popularidad que no conoce fronteras. Sus historias han sido adaptadas para la televisión, películas de animación y acción en vivo, y han sido traducidas a múltiples idiomas, conquistando a lectores de todas las edades en países como Portugal, Francia, Alemania, Grecia, Suecia, Dinamarca, Italia y Brasil.

En 1994, Ibáñez recibió el Gran Premio del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, un merecido reconocimiento a su inmenso talento y trayectoria. Además, en 2001, fue galardonado con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, y al año siguiente, recibió el Premio Oso a la labor de una vida del Salón Internacional del Cómic de Madrid. Estos premios, que a Ibañez le hacían sentir tan orgulloso, son solo una muestra de la gran influencia que ha tenido en la industria del cómic.

Aunque también haya sido acusado de poco sensible por la censura moderna, fruto de no saber contextualizar cada chiste en su época. Aunque es cierto que Ibáñez nunca se quejó de esto, señalando que él sentía que debía ser algo políticamente incorrecto y que la única censura que acató fue la anterior al 77, en su momento.

Por otro lado, además de Mortadelo y Filemón, Ibáñez creó una galería de personajes inolvidables que dejaron su huella en el mundo del cómic. Entre ellos, destacan “El botones Sacarino”, un personaje entrañable y torpe cuyas peripecias laborales conquistaron a los lectores, con referencias claras de Spirou. De hecho, Ibáñez llegó a copiar algunos chistes de Gastón Lagaffe en las historietas del botones Sacarino.

“Rompetechos”, un infortunado personaje miope y torpe, cuyas desventuras cómicas lo convirtieron en otro icono del humor gráfico, Vázquez también se suele atribuir la idea del personaje, pero lo cierto es que la gracia con la que Ibáñez lo trata hace en ocasiones pensar que pone en él su propio reflejo.

“Pepe Gotera y Otilio”, una pareja de albañiles torpes pero encantadores, que protagonizaron aventuras hilarantes. O “Tete Cohete”. O “13 Rue del Percebe”, una comunidad de vecinos con problemas inverosímiles y divertidos que mantuvieron a los lectores entre risas y asombro. Ah, pero eso son otras historias y deben ser contadas en otra ocasión.

El estilo de Ibáñez se enmarca en la tradición española del pícaro, donde la risa surge de situaciones cotidianas y cercanas, como el hambre, la escasez y las tensiones laborales. En sus tebeos, no encontramos una sofisticada elaboración intelectual, sino más bien un humor arraigado en las preocupaciones y desafíos comunes que enfrenta la gente en su día a día.

Hasta tal punto que algunos de sus propios personajes se basan en figuras reales. Por ejemplo, la figura del Superintendente Vicente (Súper) parece que se basa en el propio editor de Ibáñez en Bruguera.

Influido por los grandes del humor como Charles Chaplin (Charlot), Buster Keaton, Laurel y Hardy, etc. Se sentía parte de la extraordinaria generación de historietistas patrios surgidos alrededor de la Editorial Bruguera. Desde el renacer de 1947 de la publicación Pulgarcito, sorprendieron a todo el mundo con su estilo moderno. Ibáñez se añade pronto a esta generación. En 1952, con sólo 16 años, publica su primera historia en la revista Nicolás: Mucho ruido y pocas nueces.

Mucho ruido y pocas nueces, primera historieta de Ibáñez

Por entonces todavía trabajaba en un banco, el Banco Español de Crédito, aunque él siempre señalara que allí no hacía mucho y que se alegró más el banco de su marcha que él mismo. Ah, esta generación, no podía quedarse haciendo el vago.

El legado de Francisco Ibáñez perdura en el corazón de los amantes del cómic, y su trabajo continúa llevando sonrisas a millones de lectores en todo el mundo.

Súper Humor, el genio tras Mortadelo y Filemón, junto con los demás personajes creados por su imaginación sin límites, han quedado grabados en la historia del cómic español como un ejemplo de humor sencillo pero no por ello fácil, y entretenimiento atemporal, demostrándonos una vez más que si hay algo que puede unir a este país es, sin ninguna duda, el poder del humor. Pocas personas nos han unido tanto como Martes y 13, El chiquito de la Calzada o Ibáñez.


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