Un Batman español para el Batman Day
Aprovechando que este sábado es el Batman Day, hoy hablaremos del hombre murciélago, o mejor dicho, en Robín y el Murciélago, una especie de copia de las tiras de prensa de Batman que se publica en España a finales de los años 40.
Así que ya sabes, ponte el cinturón del Batmóvil, o, mejor dicho, del gato móvil (luego te explico), y prepárate para escuchar uno de los pasajes más rocambolescos, bizarros y olés de la historia del TBO español. El plan es el siguiente: primero ponemos un poco de contexto sobre Batman, luego explicamos cuándo y cómo comienzan a publicarse cómics de superhéroes en España, después nos centramos en Robín y el Murciélago, explicando de qué va este tebeo, quiénes sus autores, las principales tramas y veremos un breve resumen de sus capítulos.
Pero mientras Alfred nos va abriendo las puertas de la Batcueva, no lo dudes y aprovecha para darle al me gusta, suscribirte y compartir en todas las redes sociales que se te ocurran con todas tus multicuentas.
Contexto
Pongamos primero, algo de contexto. En medio del éxito de Superman, a finales de los años 30, Bob Kane, dibujante de la editorial National Publications, propuso al editor de una de sus series más conocidas, Detective Comics, una curiosa idea sobre un personaje disfrazado de oscuridad para enfrentarse a la oscuridad.
Inspirado por las novelas pulp de la época y, según dicen, unos esbozos de Leonardo Da Vinci sobre una máquina voladora, el ornitóptero, crea un nuevo personaje. Un héroe llamado: Birdman.
Así es, el hombre pájaro.
Por suerte, su colaborador en los guiones, Bill Finger, impulsa un nombre más misterioso y evocador: Batman.
El nuevo héroe hizo su primera aparición en el número 27 de “Detective Comics”, en mayo de 1939. El innovador estilo de dibujo de Kane, que transmite una acción casi cinematográfica a sus viñetas, así como la calidad de los relatos de Finger, resultaron en un éxito casi inmediato, deslumbrando a los lectores con su energía y su dinamismo.
Pero esto es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
Robín y el Murciélago
En esta ocasión nos centraremos en Robín y el Murciélago.
La editorial Hispano Americana de Ediciones, de Barcelona, popularizó en España los cómics estadounidenses. Por ejemplo, el agente X-7, Tarzán o Flash Gordon. También se encargó de los superhéroes y a finales de los 40 publica una adaptación de Superman conocida como “Ciclón, el Superhombre”, que mezcla episodios creados en Estados Unidos y algunas tramas desarrolladas en Italia.
Por su lado, en 1947, publicó tres cuadernillos con las historias de las tiras de prensa de Bob Kane, bajo el título: “Alas de acero”, que pasaron bastante desapercibidas para el público hispanohablante.
En 1948, la también barcelonesa Publicaciones Ibero-Americanas, publica 13 cuadernillos apaisados, en línea con los tebeos de la época, con una curiosa adaptación española a las aventuras de Batman.
Julio Ribera, el dibujante de esta serie, asegura que recibió las dos primeras placas del cómic americano, por lo que las primeras viñetas son una copia de las tiras de prensa de Bob Kane, aunque con una adaptación libre del guión. A partir de entonces, cuando se les acaba el material, la editorial continúa por su cuenta, bajo la influencia y el contexto de otros cómics patrios de la época.
En las primeras viñetas se establecen los personajes principales: Batman será el Murciélago, Robin es Robín, y ganará protagonismo (será, básicamente, Pedrín, el acompañante de Roberto Alcázar). Es interesante que por lo menos no utilizan Bruno Díaz y Roberto Tapia para Bruce Wayne y Dick Gryson, cómo en otras versiones en español de Batman.
Por otro lado, Alfredo es el mayordomo y Gordon el comisario de policía, que aparecerá normalmente acompañado por oficiales del ejército.
En este tebeo, Wayne no vive en Gotham, sino en un Nueva York adaptado con total libertad por los autores (las casas son bajas, está lleno de islas, etc). La mansión está pegada al mar y el Murciélago dispondrá de vehículos como el Gatomóvil, que sería el equivalente del Batmóvil, el Gatocóptero, el Submargato y el Gatoplano.
Los autores
En los créditos del cómic aparece Julio Ribera, como dibujante. Ribera es un conocido historietista y dibujante español, muy prolífico, como casi todos los de esa época. Aportó algunas ilustraciones destacables en publicaciones como Pulgarcito o el Coyote, pero muy pronto emigró a Francia donde destacará principalmente por Dracurella o El Vagabundo de los Limbos.
Para ser justos, Ribera hace bastante buen trabajo aquí, logrando plasmar con solvencia el estilo de Kane. En ocasiones casi podría decirse que incluso mejor que el propio Kane. Su dibujo es efectista. Con pocos trazos logra dotar de gran vida a los personajes y consigue transmitir cierto sentimiento de acción.
Por otro lado, en el guión firman J. Fernández y, posteriormente, Walter Benson. La información sobre estos autores es escasa y, probablemente, ambos sean seudónimos de Julio Fernández López. Es también un autor con numerosas obras, muchos firmadas bajo diferentes seudónimos. Quizá por las que es más conocido es por historietas como las de Sissi o Celia.
Su trabajo en esta serie es mixto, dentro de lo rocambolesco de la adaptación. Sus diálogos son fluidos y rápidos, sobre todo para la época, y las tramas relativamente cuidadas. Con todo, no dejan de ser excesivamente caóticas, cayendo en muchas situaciones en el esperpento y rozando el delirio.
Lógicamente, es importante leer este cómic entendiendo su contexto histórico. Desde nuestra perspectiva del siglo XXI, ha envejecido mal, especialmente respecto al respeto por otras razas y culturas. Aunque también es justo subrayar que, comparado con otros tebeos de la época, se podría decir que es hasta moderno.
Tramas y evolución
En cualquier caso, en línea con otros cómics de la época, como Hazañas Bélicas o la propia Roberto Alcázar y Pedrín, los villanos vienen siempre del mismo lugar: Oriente. En este caso, hindúes o chinos. Y este Batman no tiene problema ninguno en servirse de granadas, pistolas o metralletas o en usar la tortura física o psicológica contra sus enemigos.
Chang Tal será uno de los villanos más recurrentes de la serie. Es líder de una terrible organización criminal enfocada en el tráfico de esclavos, el contrabando de armas y el robo de planos de armas secretas robados al ejército de los Estados Unidos. Su capacidad para escapar y el entramado mafioso a su servicio agregan un elemento desafiante para los héroes mientras intentan detener sus actividades delictivas.
Episodios
En total, la serie suma trece episodios, publicados en apaisado, esto es, en horizontal, como se solía hacer en España en aquella época.
En el primero se presentan los personajes principales. La trama es sencilla, muy típica de Batman, sin mayores pretensiones que detener a varios delincuentes de poca monta. Este episodio lo firma tan sólo Ribera, no aparece guionista por ningún lado, no sé si para dotar de mayor credibilidad a las tiras de prensa copiadas al inicio.
En el segundo número la trama se complica algo más. Esta vez, lo firman Ribera y Fernández, y presentan a Rama Laga, un enigmático faquir con habilidades místicas. Batm… quiero decir, el Murciélago y Robin se ven envueltos en una trama que involucra la lucha por la independencia de la India, mostrando una inocente y parcial visión occidental de las sublevaciones políticas y sociales frente al colonialismo.
De nuevo es importante insistir en que no hay que olvidar leer estos cómics en el contexto de la época, del mismo modo que en general otros tebeos publicados entonces. Mucho más teniendo en cuenta que los autores se enfrenta a una España de posguerra civil y en los inicios de la dictadura, en un momento en el que la censura era más estricta. Tampoco ayuda una situación global complicada, justo tras la segunda guerra mundial.
El tercer número se llama “Batalla a Bordo” y comienza con la vuelta de un conocido enemigo: Fasser. Comienza también a introducirse un misterioso y malvado personaje, Chang Tal, que dirige un imperio criminal que abarca desde el tráfico de esclavos hasta el contrabando de armas. Batman y Robin se enfrentan a los secuaces de Chang Tal, pero este logra escapar, dejando tras de sí un rastro de intriga y peligro. Tal será un enemigo recurrente en los siguientes números.
En el cuarto episodio se presenta a Chang Tal directamente. El villano viste con capucha como un verdugo, con una estética bastante siniestra. El tebeo está firmado tan sólo por Ribera, de nuevo, aunque señala que es sólo al dibujo. Por otro lado, en este episodio el Murciélago pierde el logo del pecho literalmente de una viñeta a otra. No volverá a aparecer en el traje. También este número Robín utiliza un arma de fuego: en concreto una metralleta.
A partir del quinto episodio, aparece como guionista Walter Benson. Imperceptiblemente, ha ocurrido un cambio en los personajes. En el primer número, nos encontramos un Batman y Robin, directamente importados, quizá podrías decir hasta pirateados, de las tiras de prensa. Pero a lo largo de estos cinco números los héroes han evolucionado a la española, convirtiéndose en unos vigilantes con cierta tendencia a la violencia. Se parecen más ahora a Roberto Alcázar y Pedrín que a Batman y Robin. Sobre todo, Robin. Robín, en la versión castellana, recuerda a Pedrín, el joven compañero de Alcázar. Ambos muestran un genio irascible, inclinación hacia la violencia y un humor que sería totalmente cancelable en nuestra época. El proceso de españolización está prácticamente concluido.
En el sexto episodio continua la búsqueda de Chang Tal. En este número vemos usar un revolver tanto a Batman como a Robín. De hecho, hay un momento que sería icónico si este cómic fuera más que una curiosidad: cuando el El Murciélago le pide a Robín que no sea impaciente y no dispare.
La verdad es que cualquier parecido de este Dick Gryson con Nightwing es pura coincidencia.
En fin, que en medio de todo esto, diferentes subtramas se han ido desarrollando y llegan a su apogeo en el número siete. La más importante está relacionada con el Capitán Bassoff, que trabaja como espía para una potencia extranjera y quiere matar al Murciélago. Por otro lado, se observa la creación de cierta química entre el Murciélago y Evelyn, un personaje femenino que participa en las investigaciones de nuestros héroes.
El número 8 comienza con Robín y el Murciélago bajo los efectos de una potente droga. Chang Tal y Frasser intentan doblegar su voluntad sin éxito. Destacaremos el espectacular el bombardeo final dirigido por Robín.
Chang Tal escapa y sigue siendo el villano principal del número 9, que narra cómo Robín y el Murciélago, con la ayuda de las fuerzas especiales del ejército estadounidense, atacan el escondite secreto de Chang Tal, el Cuartel General de la Muerte,. Episodio muy divertido, que muestra como todo el ataque se retransmite por radio, como un parte de guerra.
Sin embargo, el malvado Chang Tal escapa, y los números 10 y 11 se centran principalmente en la búsqueda detestivesca de este, en un juego de gato y el ratón y de espionaje y contraespionaje, hasta que se llega a una trágica conclusión en una esperpéntica fiesta de disfraces donde el Murciélago se disfraza del mismo Chang Tal.
Finalmente, los números 12 y 13 presentan a dos nuevos villanos: la espía Komachi y el sádico Verdugo Negro. Lamentablemente, la trama queda inconclusa, porque no se publicaron más episodios.
Relevancia
Hasta aquí esta curiosa historia. Tengo estos cómics desde hace años, en una edición facsímil con la que se hizo mi padre en el Bazar del Tebeo, una tienda de cómics de Murcia, que después me regaló. Sin embargo, es a partir de septiembre de 2010 cuando ganaron algo de relevancia gracias a su aparición en algunos blogs, como “el Desván del Abuelito”.
“Robin y el Murciélago” se erige como una pieza singular en la historia del cómic español. Más allá del plagio, la serie representa un valioso testimonio de los desafíos y la creatividad de los artistas en un contexto posbélico. Su legado perdura como un fascinante capítulo que mezcla la rica historia del cómic de superhéroes y el tebeo español.
Esto es todo por este jueves. Nos vemos el que viene. Hasta entonces.
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