Daredevil y Frank Miller – Corrupción, caída y Redención
Hoy volvemos a los superhéroes y vamos a hablar de Daredevil, en concreto de una de sus mejores etapas, la encabezada por Frank Miller que culmina con la obra maestra de Born Again.
Primero introducimos un poco al personaje, recordando rápidamente sus primeras etapas. Después pasamos a explicar quién es Frank Miller y la importancia de su paso por el hombre sin miedo. En tercer lugar, nos centramos en la obra cumbre: Born Again, y terminamos con algunas conclusiones.
Daredevil hasta Miller
El primer número de Daredevil, el hombre sin miedo, se publica en abril de 1964, creado por el icónico dúo de Stan Lee y Bill Everett. Desde su inicio, el personaje se distinguió por un trasfondo emocional y un origen que lo diferenciaban de otros héroes de la época.
Matt Murdock, un joven criado en el duro barrio de La Cocina del Infierno, en Nueva York, hijo de Jack “Batallador” Murdock, un boxeador que luchó por darle una vida mejor, convenciéndole para que se centre y evite la violencia, aunque su propia vida estuviera ligada al mundo del crimen.
Intentando salvar a un hombre ciego, Matt queda expuesto a una sustancia radiactiva que lo deja sin vista pero potencia sus otros sentidos al límite humano, otorgándole una especie de “radar” que le permite percibir el mundo de una manera única.
Este accidente no solo define sus habilidades, sino también su sentido de responsabilidad. Cuando su padre es asesinado por negarse a perder una pelea arreglada, Matt decide usar sus habilidades para hacer justicia, adoptando la identidad de Daredevil.
Su primer traje, hecho con la túnica de boxeo de su padre, era amarillo y negro, pero pronto evolucionaría hacia el icónico diseño rojo que conocemos hoy, gracias al artista Wally Wood en el número 7.
En sus inicios, Daredevil contó con el talento de artistas como Bill Everett, Wally Wood o John Romita Sr., que ayudaron a definir su aspecto y estilo visual. Pero fue Gene Colan, a partir del número 20, quien se convirtió en el dibujante más asociado con el personaje durante esta etapa temprana. Colan, junto con Stan Lee, le dio a Daredevil un tono oscuro y cinematográfico, alejándose del estilo más ligero de otros héroes de la época.
Otro de los elementos clave de estos primeros años fue la introducción de Karen Page, la secretaria de Matt Murdock en su bufete de abogados. Karen no solo fue su interés romántico, sino también una figura central en su vida. En una historia de 1969, Matt le revelará a Karen su identidad secreta, momento crucial que tendrá repercusiones décadas después, como contaremos en un momento.
Los 70 y el Paso de McKenzie
A principios de los 70, Gerry Conway, con solo 18 años, tomó las riendas de la serie, al que impregnó de un tono más cercano a la ciencia ficción pulp. Marv Wolfman continuó este tono y también introdujo el icónico villano Bullseye, que tan importante será, y después llegó la pluma de Roger McKenzie.
El periodo de McKenzie está algo infravalorado por ser justo el previo a la maravilla que vendrá, pero no hay que olvidar que sentó las bases y preparó el terreno para la revolución que Frank Miller iba a traer. De hecho esta etapa recibió muy buenas críticas. Probablemente fueron las mejores que se habían escrito sobre el héroe hasta aquel momento, aunque lamentablemente las ventas nunca acompañaron.
En todo caso, no hay que olvidar que durante esta época ya se estaba estableciendo el equipo gráfico principal que se mantendrá después: Frank Miller y Klaus Janson. Aunque Miller era el dibujante, su estilo narrativo único ya se hacía evidente, con un enfoque visual dinámico y atmosférico que transformó la manera de contar las historias de Daredevil. Janson, por su parte, aportó un entintado expresivo que complementaba perfectamente el tono oscuro de las historias.
Pero insisto, no hay que quitar valor a McKenzie. Con un trasfondo en cómics de horror, llevó a Daredevil a un territorio más oscuro y psicológico, alejándose del tono más ligero de las etapas anteriores. Sus historias exploraron temas como la obsesión, la culpa y la moralidad ambigua, reflejando la lucha interna de Matt Murdock. Además introdujo algunos personajes clave, como el periodista Ben Urich, verdadero protagonista de un arco memorable, donde se reinterpreta el origen de Daredevil.
Serán por tanto años cruciales para definir la complejidad emocional y el entorno noir que caracterizarían a Daredevil en el futuro.
Breve biografía de Frank Miller
Frank Miller, nacido el 27 de enero de 1957 en Olney, Maryland, es una figura clave en la historia del cómic y, en particular, en la evolución de Daredevil.
Desde niño fue un gran fan de los cómics y existe algún número que publica cartas que enviaba a las series. Consiguió comenzar su carrera en Marvel a finales de los 70, llegando a trabajar como dibujante en títulos como Spider-Man, pero fue en Daredevil donde dejó su huella más profunda.
Miller llegó a la serie primero como dibujante, bajo los textos de Roger McKenzie, demostrando rápidamente un estilo visual único, influenciado por el cine negro y el manga. Su trazo dinámico y su uso innovador de las sombras transformaron la serie, preparando el terreno para lo que sería su etapa como guionista y artista completo.
La etapa de Miller en Daredevil es considerada un punto de inflexión no solo para el personaje, sino para el cómic en general. Introdujo elementos que redefinieron a Matt Murdock, llevando la narrativa a un nivel de complejidad y madurez poco visto en los cómics de superhéroes de la época.
Miller exploró temas como la obsesión, la moralidad ambigua y el coste personal de la justicia, todo ello envuelto en un estilo visual que combinaba acción trepidante con una atmósfera oscura y opresiva.
Su trabajo en Daredevil: Born Again (1986), junto a David Mazzucchelli, es considerado la culminación de lo hecho con el personaje, una obra maestra que consolidó su legado como uno de los mejores guionistas de cómic de todos los tiempos.
Más allá de Daredevil, Miller se convirtió en un referente del cómic moderno en Batman, Ronin, 300 o Sin City, donde continuó explorando su fascinación por los antihéroes y las historias crudas. Pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
Daredevil de Frank Miller
Aunque la colaboración entre Frank Miller y Roger McKenzie sentó las bases para el tono oscuro y maduro que definiría a Daredevil, no estuvo exenta de tensiones y pronto surgieron desacuerdos creativos. Miller, con una visión clara y ambiciosa, sentía que las historias no aprovechaban todo el potencial del personaje y quería llevar la narrativa a un territorio todavía más oscuro y complejo.
Los editores de Marvel, conscientes del talento y del descontento de Miller y en un contexto de ventas bajas que dejaban la serie seguía al borde de la cancelación decidieron prescindir de McKenzie y darle a Miller el control completo de la serie como guionista y dibujante a partir del número 168.
Y en tan sólo tres números, Miller deja claras lo que serán las líneas principales de toda su etapa.
En el primer número, Miller sorprendió a los lectores con la aparición de Elektra, un personaje que no solo se convertiría en una creación emblemática para todo el universo Marvel, sino que también añadió una profundidad emocional única a la serie.
Elektra, primer amor de Matt Murdock durante su juventud, regresa a su vida convertida en una letal ninja asesina. A través de un flashback, Miller nos transporta a los días en que ambos eran estudiantes, un romance truncado que ahora resurge en un contexto de violencia y traición. Elektra no es solo un personaje nuevo; es un símbolo del pasado que persigue a Matt, una encarnación de lo que pudo ser y nunca fue.
En el segundo número, Miller se enfoca en Bullseye, un villano que ya había aparecido en la serie pero que, bajo su pluma, adquirió una dimensión completamente nueva. Con su psicopatía y habilidades mortales, se convirtió en la némesis oscura de Daredevil, el gran enemigo que no había tenido hasta entonces.
Y en el tercer número aparece la tercera pieza clave, con la reinterpretacón de Kingpin, un personaje que Miller rescató de las páginas de Spider-Man para convertirlo en el eje central del crimen organizado de Nueva York. Bajo Miller, Kingpin deja atrás su faceta de villano colérico y se transforma en un estratega frío y calculador, pero también lleno de matices y de historia.
Mientras tanto, se va fraguando un nuevo personaje, un nuevo héroe y un nuevo ambiente. El Matt Murdock de Frank Miller es radicalmente distinto al que existía antes de su llegada al título. Miller tomó a un personaje que, aunque tenía una base interesante, no había sido plenamente explorado en términos de complejidad psicológica y temática. Bajo su pluma, Daredevil pasó de ser un héroe urbano relativamente convencional a una figura trágica, atormentada y profundamente influenciada por su moralidad católica y sus conflictos internos.
Antes de Miller, Daredevil era un héroe con un enfoque más ligero, con un tono cercano al de Spider-Man, aunque con algo más callejero. Sus historias tenían drama, pero carecían de la crudeza y la profundidad que Miller le aportaría. Con su llegada, Daredevil se convirtió en un personaje definido por la violencia de su entorno, por sus dilemas morales y por un realismo que rara vez se veía en los cómics de la época. La ciudad ya no era solo un escenario, sino un ente corrupto y despiadado que constantemente ponía a prueba su espíritu.
Miller no solo redefinió la personalidad y el tono de Daredevil, sino que también amplió radicalmente su mitología. El autor, ha reconocido en múltiples entrevistas su fascinación por el cine japonés, en especial las películas de samuráis de Akira Kurosawa y los mangas de autores como Kazuo Koike, trasladando al cómic de superhéroes una idea clásica del chanbara (cine de espadachines japonés): el concepto del guerrero solitario que se enfrenta a fuerzas superiores. La idea del héroe enfrentado a un destino trágico, con una moralidad rígida y un código personal, encajará perfectamente con la figura de Daredevil bajo su escritura.
Con todos estos cambios, Miller consigue a la vez revitalizar completamente el personaje y lo lleva de vuelta a sus raíces, recuperando la esencia oscura y urbana que siempre lo había definido.
La etapa de Miller fue un éxito tanto de crítica como de público, llevando al personaje a lo más listo de las listas de ventas, disputando los primeros puestos con los imbatibles en aquel entonces mutantes de Claremont.
En, fin, todo tiene su final y en febrero de 1983, en el número 191, Miller deja la serie para comenzar con nuevos proyectos. Pero volverá poco después, esporádicamente, en especial en dos ocasiones. La primera, el Born Again, sin duda, una de las mejores historias de superhéroes jamás escritas. Vamos a verla, que a eso habéis venido la mayoría.
Born Again
La saga Born Again, escrita por Frank Miller e ilustrada por David Mazzucchelli, es ampliamente considerada la obra cumbre de Daredevil. En esta historia, Miller lleva al personaje a sus límites más extremos, explorando su destrucción y eventual redención.
Publicada entre los números 227 y 233 de Daredevil, y unificada después como novela gráfica en numerosas ocasiones, comienza cuando Karen Page, desesperada por su adicción a las drogas, vende la identidad secreta de Daredevil por una pequeña dosis de heroína. Esta información llega a Kingpin, quien desata una meticulosa guerra psicológica contra Matt Murdock. Poco a poco, Kingpin destruye su vida: lo arruina económicamente, manipula la justicia para desacreditarlo y lo deja al borde de la locura. Sin hogar ni aliados, Matt toca fondo en una de las caídas más brutales que se han visto en los cómics de superhéroes.
El corazón de Born Again es su estructura de tragedia y redención. Murdock pierde todo, pero en su despojo encuentra la fuerza para reconstruirse. Su fe, tanto en sí mismo como en la justicia, es puesta a prueba de una manera que nunca antes había experimentado.
La corrupción es el punto de partida de Born Again, tanto en un sentido personal como estructural. Karen Page, personaje clave en la mitología de Daredevil, simboliza el derrumbe moral cuando traiciona a Matt Murdock por una dosis de droga. Su acto de desesperación no solo refleja su propia degradación, sino que también pone en marcha una cadena de eventos que expondrán el grado de podredumbre que permea la sociedad en la que se mueve Murdock.
Kingpin, por otro lado, representa la corrupción en su forma más sistemática y omnipresente. Su poder no se basa en la fuerza bruta, sino en la manipulación de instituciones enteras: la policía, el sistema judicial, los medios de comunicación. Controla el tejido mismo de la ciudad, demostrando que la corrupción es un veneno que no solo afecta a individuos, sino que se infiltra en las estructuras que deberían garantizar justicia y seguridad.
Murdock no es simplemente derrotado; es destruido metódicamente. Kingpin no se limita a golpearlo físicamente, sino que lo despoja de todo lo que lo define: su empleo, su hogar, su reputación. Es un descenso en espiral que lo convierte en una sombra de lo que fue. En una de las escenas más impactantes, tras ser golpeado y perseguido, Matt se encuentra solo, enfermo y sin nada en el mundo. La imagen de él vagando por las calles, roto y sin esperanza, es una de las más potentes de la historia.
La caída también es psicológica. Kingpin lo destruye no con golpes, sino con la duda. Murdock comienza a cuestionar su propia cordura, dudando de la realidad a su alrededor. El golpe final llega cuando el propio sistema legal, en el que siempre confió, lo traiciona. En este punto, Matt ya no es Daredevil; es un hombre derrotado, sin identidad ni propósito.
Pero Born Again no es solo una historia de destrucción; es también una historia de resurrección. El título mismo, “Born Again” (“Nacido de nuevo”), evoca una transformación espiritual. Murdock encuentra su salvación en lo más simple y humano: la compasión de su madre, la ayuda de personas que aún creen en él. No es la venganza lo que lo levanta, sino la conexión con otros.
La redención también es una reafirmación de principios. Matt aprende que su identidad no depende de su traje o de su título de abogado. Es Daredevil no porque pelee contra criminales, sino porque se niega a rendirse ante la corrupción y la desesperanza. Cuando se enfrenta nuevamente a Kingpin, no lo hace desde el odio, sino desde una renovada claridad moral. Es un momento de catarsis donde Murdock, sin necesitar riquezas ni estatus, demuestra que su verdadera fortaleza nunca estuvo en sus poderes, sino en su voluntad de resistir.
Visualmente, Mazzucchelli refuerza de forma magistral el tono sombrío y realista de la narrativa con un estilo expresivo, donde la composición de viñetas y el uso del color transmiten la desesperación y la esperanza de Murdock. La paleta de colores pasa de los tonos oscuros y opresivos a una luz simbólica en los momentos de resurgimiento del héroe.
Con Born Again, Miller no solo redefinió a Daredevil, sino que creó una de las mejores historias de caída y redención en el cómic moderno. Su exploración de la corrupción y la desesperanza es brutal, pero también deja espacio para la esperanza. Es una obra que demuestra que incluso en la oscuridad más absoluta, siempre hay una posibilidad de volver a levantarse.
El simbolismo cristiano y la influencia católica en Born Again
Frank Miller estructura la historia de Born Again con una clara inspiración en la narrativa cristiana católica. La religión es un pilar fundamental en la identidad de Daredevil, y Born Again lleva este aspecto a su máxima expresión.
Daredevil no es un héroe a pesar de su fe, sino por ella. Su catolicismo no es un adorno cultural, sino el núcleo de su tragedia: un hombre que cree en la ley divina pero opera en un mundo sin piedad. Born Again encapsula esta paradoja, transformando un relato de superhéroes en un drama teológico donde la salvación no llega con un triunfo, sino con la aceptación de la fragilidad humana.
Matt carga con una fe imperfecta, lleno de dudas y de contradicciones, que lo convierte en el patrón de todos los que luchan por hacer el bien en un mundo que parece maldito. En eso reside su grandeza: no en vencer al mal, sino en persistir, como un penitente, en intentarlo.
Miller en colaboración con Mazzucchelli refuerza este tema con una imaginería cargada de simbolismo religioso. A lo largo de la obra, se encuentran múltiples referencias a la tentación, el pecado y la penitencia. Matt es sometido a una purga, despojado de todo lo que lo define, en un proceso que recuerda el via crucis.
La representación visual de Matt Murdock caído, golpeado y tendido en posiciones que evocan la crucifixión, refuerza la idea de que su sufrimiento no es solo una prueba de resistencia, sino un acto de expiación. La escena donde su apartamento es dinamitado, dejando solo una cruz de neón encendida entre los escombros, es una imagen sacrílega y poderosa: la fe como único faro en la ruina.
Uno de los símbolos más poderosos en la historia es la presencia de la madre de Matt, Maggie, que se ha convertido en monja. Su intervención en el momento de mayor desesperación de su hijo no es casual, sino que responde a una estructura clásica de salvación a través de la fe. La escena del reencuetro recuerda la escena de la piedad, la de la Virgen María sosteniendo a Cristo muerto tras la crucifixión.
Maggie representa el amor incondicional y el perdón, dos pilares fundamentales de la doctrina cristiana. La redención final no es inmediata ni fácil, sino que debe ser conquistada mediante la perseverancia y la reafirmación de sus principios y de la fe.
La historia de Born Again no es solo una narrativa de superhéroes; es un relato que dialoga con la tradición cristiana en su nivel más profundo. Frank Miller, a través de una estructura de caída y resurrección, convierte a Daredevil en una figura que encuentra en el sacrificio y la fe su verdadera fortaleza. Es este tratamiento serio y complejo del cristianismo lo que da a la historia una dimensión atemporal y universal, elevándola por encima de un simple enfrentamiento entre el héroe y el villano.
El nuevo origen de Daredevil de Miller
En 1993, Frank Miller regresó a Daredevil con la miniserie Daredevil: El Hombre sin Miedo, acompañado del artista John Romita Jr. Esta obra expandió la historia de los primeros años de Matt Murdock, explorando con mayor detalle la vida y muerte de su padre, así como sus primeros encuentros con Kingpin o su amigo Foggy Nelson. También dio una nueva dimensión a la relación del protagonista con Elektra y reconfiguró el papel de Stick, el enigmático mentor de Matt.
Ordenó por tanto toda la nueva mitología del personaje construida por Miller y que tanto influyó en obras posteriores. Por ejemplo en las Tortugas Ninja, que por si no lo sabías, consiguieron sus poderes en el mismo accidente que deja ciego a Matt. Lo conté en un post hace tiempo.
Conclusión: El Legado de Frank Miller en Daredevil
La etapa de Frank Miller en Daredevil no solo transformó al personaje, sino que redefinió lo que un cómic de superhéroes podía ser. Miller llevó a Matt Murdock de ser un héroe urbano relativamente convencional a una figura trágica y compleja, atormentada por su moralidad católica, sus dilemas internos y su lucha contra un mundo corrupto. Con la introducción de personajes icónicos como Elektra, Bullseye y un Kingpin reinventado, Miller no solo expandió la mitología de Daredevil, sino que la elevó a un nivel narrativo y temático sin precedentes.
Su obra cumbre, Born Again, es un testimonio de su maestría. A través de una estructura que combina caída y redención, Miller exploró temas universales como la corrupción, la fe y la resiliencia humana, todo ello envuelto en un simbolismo cristiano que dota a la historia de una profundidad atemporal. La colaboración con artistas como Klaus Janson y David Mazzucchelli no solo enriqueció visualmente la serie, sino que también ayudó a consolidar un tono oscuro y realista que influiría en generaciones de creadores.
El legado de Miller en Daredevil es imborrable. No solo salvó al personaje de la irrelevancia, sino que lo convirtió en un ícono cultural, demostrando que incluso un héroe “menor” puede alcanzar la grandeza con la visión adecuada. Su influencia se extiende más allá de los cómics, inspirando adaptaciones y reafirmando a Daredevil como uno de los superhéroes más fascinantes del universo Marvel.
En última instancia, lo que Miller logró con Daredevil fue recordarnos que la verdadera heroicidad no reside en los poderes sobrenaturales, sino en la capacidad de persistir, de levantarse una y otra vez, incluso cuando el mundo parece estar en nuestra contra. Y es en esa lucha, en esa fe imperfecta pero inquebrantable, donde reside el alma de los hombre sin miedo.
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