Narnia y la religión

Narnia y religión

La obra de los autores se impregna de su ideología. A veces de forma muy sutil, como en el caso de Tolkien o Ende, otras de forma un poco menos sutil, como en el caso de Dune o Gormenghast y en ocasiones, de forma directa, como en el caso de Moorcock, Asimov, Pullman o C.S. Lewis.

El de Lewis y las Crónicas de Narnia es un ejemplo interesante, por su relevancia e influencia. Así que aprovechando que estamos en Semana Santa vamos a comentar la visión cristiana de Narnia.

Primero hablaremos sobre su autor, C.S. Lewis y su conversión. Veremos luego la influencia no religiosa de la obra. Después ya sí analizaremos el significado religioso libro por libro de Las Crónicas de Narnia. Y terminamos con las principales críticas que hacen diversos autores a la saga.

La conversión de C.S. Lewis

La visión cristiana del mundo que tenía C.S. Lewis es inseparable de su visión de Narnia. En este sentido, es relevante el proceso de conversión del autor que en su juventud era un ateo convencido y activo. Como dirá él mismo, se sentía “molesto con Dios por no existir”.

De hecho, su camino hacia la religión fue un proceso lento que describiría como de una pelea fiera. Lewis decía que entró al cristianismo “pateando y gritando”. Gran parte de su conversión fue gracias a su gran amigo J.R.R. Tolkien, si bien Lewis se convirtió al anglicanismo, frente al catolicismo de Tolkien.

En una de las largas conversaciones que mantenían ambos autores durante un paseo por la Universidad de Oxford, Tolkien compartió su visión respecto a por qué los relatos mitológicos les fascinaban tanto. El señor J. aseguró que aquel anhelo tenía sus raíces en su creencia en la existencia de un Mito supremo, que se hizo real, encarnado en la figura de Jesucristo. Esta revelación impactó profundamente a Lewis, que desde entonces canalizó su creatividad de una manera completamente nueva, rescribiendo sus crónicas de Narnia hacia un sentido más relacionado con la religión.

Las Crónicas de Narnia

Las Crónicas de Narnia es una serie de siete novelas, conocida por su mezcla de aventura y mitología. Tiene lugar en el mundo ficticio de Narnia, donde animales parlantes, criaturas mágicas y seres humanos conviven en un paisaje lleno de maravillas y peligros.

Lewis concibió originalmente lo que se convertiría en Las Crónicas de Narnia en 1939, pero siempre aseguró que todo comenzó con la imagen de un Fauno llevando paraguas que surgió en su juventud. No terminó de escribir el primer libro, “El león, la bruja y el armario”, hasta 1949 y publicó las novelas entre 1950 y 1956.

Lewis no escribió los libros en el orden en que fueron publicados originalmente, ni fueron publicados en su orden cronológico actual de presentación.

El orden de publicación es:

1. El león, la bruja y el armario (1950)        

2. El príncipe Caspian (1951)           

3. La travesía del Viajero del Alba (1952)  

4. La silla de plata (1953)    

5. El caballo y el muchacho (1954)

6. El sobrino del mago (1955)           

7. La última batalla (1956)  

Hay mucho escrito sobre este tema, pero el orden cronológico o el orden en el que suele recomendar leerlos es el siguiente:

1. El sobrino del mago

2. El león, la bruja y el armario

3. El caballo y el muchacho

4. El príncipe Caspian

5. La travesía del Viajero del Alba

6. La silla de plata

7. La última batalla

Podríamos discutir mucho sobre esto, pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

El sentido mitológico de Las Crónicas de Narnia

Las Crónicas de Narnia, como defendería su propio autor, se distinguen como una obra literaria imaginativa pero no imaginaria debido a su capacidad para fusionar elementos fantásticos con temas universales y simbólicos que trascienden la mera invención. A diferencia de un mundo imaginario, que carece de conexión con la realidad, Narnia es un universo creado por C.S. Lewis que, aunque fantástico, alberga una profunda verdad emocional y moral que resuena con los lectores.

En este sentido, comparte similitudes con “Alicia en el país de las maravillas”, otra obra de literatura juvenil que, a pesar de su aparente irrealidad, explora temas profundos y existenciales a través de un mundo fantástico que desafía las convenciones y las expectativas. Tanto Narnia como el país de las maravillas sirven como portales a la imaginación y la reflexión, desafiando los límites de la percepción y la comprensión humana.

No obstante, Narnia está muy influido también por la mitología, se pueden identificar numerosos elementos mitológicos que contribuyen a enriquecer la trama y el trasfondo de la historia, con criaturas mitológicas como faunos, centauros y minotauros.

El pensamiento platónico influye también de manera significativa, especialmente en la idea de la dualidad entre el mundo visible y el mundo de las ideas. En “La Última Batalla”, Digory invoca el nombre de Platón para explicar cómo la versión anterior de Narnia es solo una sombra de la verdadera Narnia recién revelada. En “La Silla de Plata”, la Reina del Submundo intenta convencer a los protagonistas de que el mundo superficial no es real, utilizando una analogía similar a la de la Caverna de Platón.

Frente al significado exclusivamente cristiano de la obra, autores como Laura Miller defienden que el valor de las crónicas de Narnia trasciende sus raíces cristianas. De hecho, esta autora señala que aprendió a apreciar la obra de Lewis curiosamente gracias a Pullman, uno de sus principales críticos.

Pullman explora cómo los niños pueden obtener gracia a través de la inocencia, mientras que los adultos la alcanzan a través de la experiencia. Esta idea resonó con Miller y contribuyó a su posterior aprecio por las Crónicas de Narnia, destacando la complejidad y la riqueza de estas obras literarias.

El sentido cristiano de Las Crónicas de Narnia

Supongamos que el mundo de Narnia fuera real, se hubiera corrompido como el nuestro y Jesús hubiera querido salvarlo. ¿Cómo hubiera sido? Esta es la premisa que se hizo el propio Lewis a la hora de escribir todas sus novelas sobre Narnia.

Al estar compuesto por bestias que hablan, se convertiría en una bestia que habla. La elección del león se justifica en que se considera justamente el rey de las bestias (y también en que Cristo, de acuerdo con la tradición cristiana, es identificado con el león de Judá).

En general, el trasfondo cristiano está en toda la obra. Cuidado que ahora haremos spoilers de cada uno de los libros para comentar su interpretación religiosa.

En “El Sobrino del Mago”, se narra la historia de dos amigos, Digory y Polly, quienes son transportados a Narnia a través de anillos mágicos creados por el tío Andrew, encontrándose con la malvada hechicera Jadis. Allí presencian la creación de Narnia por medio de la canción de Aslan, el león.

Esto nos lleva al primer libro del Pentateuco, el génesis, narrando ambos la creación por parte de un Ser Superior a partir de la nada. Además, al igual que en el relato bíblico, se presenta una tentación: mientras en el Génesis la serpiente induce a Adán y Eva a comer del fruto prohibido, en este libro Jadis, una bruja maligna, intenta persuadir a Digory a comer de un fruto prohibido para salvar a su madre, pero él la rechaza.

En “El león, la bruja y el armario”, tenemos uno de los mayores simbolismos cristianos de toda la obra. Los hermanos Peter, Susan, Edmund y Lucy representan a la humanidad. Edmund simboliza el pecado y la traición, y encuentra perdón y redención a través del sacrificio de Aslan.

El sacrificio de Aslan en la Mesa de Piedra se compara con la crucifixión, refleja el sacrificio de Jesús por la humanidad. Su resurrección, ante Lucy y Susan al igual que la de Jesús ante María Magdalena y otras mujeres, trae esperanza y vida nueva a Narnia, mostrando la victoria sobre el mal y la muerte.

Aslan despierta así con su aliento a todos a los que la bruja había petrificado. Lewis realiza una excelente descripción del personaje de Aslan, consciente de su papel central y su representación de Dios en la historia. Por ello, le dota de una voz misteriosa, ejemplar, serena y calmada, pero capaz de mostrar furia cuando es necesario, y con un trato perfecto hacia los demás, como si realmente estuviera hablando Dios mismo.

Además, la Navidad se destaca como un momento significativo en la historia, simbolizando el inicio de una nueva era de salvación y redención, similar al nacimiento de Jesús en el relato bíblico.

Por su parte, el liderazgo de Peter contra la bruja y su séquito representa la autoridad de la Iglesia, personificada por San Pedro, en la lucha contra el mal.

En “El caballo y el muchacho”, se narra la travesía de Shasta y el caballo parlante Bree, que escapan de la esclavitud. A lo largo de su viaje hacia la libertad, enfrentan desiertos, batallas y peligros.

Aunque muchos ven en este libro el de menor simbolismo, cuesta no encontrar relaciones entre la historia de Shasta y la de Moisés. Un adversario del padre de Shastalo los abandona en el río en una pequeña cesta que, con la ayuda de Aslan, llegó a un lugar seguro.

Así mismo, los personajes no reconocen a Aslan cuando lo encuentran hasta que este se presenta, una imagen que recuerda el pasaje en el que Jesús resucitado se les aparece a los discípulos de Emaús, que tampoco reconocieron a Jesús hasta que Él se lo dijo. ¿No ardía nuestro corazón en el camino mientras nos explicaba las Escrituras?

“El príncipe Caspian” narra la invasión de Narnia por parte del pueblo de Telmar, quienes intentan erradicar la memoria de la antigua Narnia. Peter, Susan, Edmund y Lucy regresan a Narnia para ayudar al príncipe Caspian a restaurar el antiguo orden junto con algunos supervivientes. En este relato, la ausencia de Aslan durante mucho tiempo provoca que muchos pierdan la fe en él. Cuando finalmente aparece, solo Lucy lo puede ver.

De esta novela destacaría dos puntos principalmente. En primer lugar, la batalla que es la lucha contra la corrupción, representada por los telmarinos. En segundo lugar, el simil del diluvio universal cuando los mares se llevan consigo a los malvados, tras un rugido de  Aslan.

De nuevo en “El viajero del Alba” este simbolismo cristiano es poco o nada sutil. Por ejemplo, el momento en el que Aslan aparece primero como un cordero que luego cambia a león, proyectando luz desde la melena, recordando el momento en el que San Juan Bautista señala “este es el cordero de Dios”, o el cordero con forma de león del libro del Apocalipsis. Además, Aslan aparece para guiar a los protagonistas, en su papel de pastor.

Todo se cierra, por si quedaban dudas, en la escena en la que Lucy y Edmund se despiden de Aslan, preguntándole que ¿cómo podrá vivir sin volver a verle?

-Pero me veréis, querida mía -responde Aslan.

Entonces preguntan si está también en el otro mundo, en Inglaterra, y el león responde que sí, pero que allí tiene otro nombre.

“Tenéis que aprender a conocerme por ese nombre. Éste fue el motivo por el que se os trajo a Narnia, para que al conocerme aquí durante un tiempo, me pudierais reconocer mejor allí”.

En “la silla de plata” Jill, Eustace y Puddleglum deben liberar a Rilian, el hijo del príncipe Caspian, que está cautivo de la bruja Esmeralda.

Los protagonistas enfrentan desafíos principalmente por no seguir las instrucciones de Aslan, que aún así se muestra paciente y comprensivo. Esta novela en general es una defensa de la fe, al mostrar numerosos argumentos en defensa de la existencia de Narnia y de Aslan.

“No le prestes atención a las apariencias. Recuerda las señales y cree las señales. Nada más importa”, le dice Aslan a Jill al inicio del libro.

Finalmente, “la última batalla” simboliza el libro del Apocalipsis. El mono Triquiñuela se hace pasar por Aslan, simbolizando el reinado del anticristo. Tras el sufrimiento y la batalla final entre el bien y el mal, aparece una nueva Narnia sin mal, donde todos son felices junto a Aslan.

En fin, Lewis adoptó una perspectiva creativa al crear el mundo de Narnia, tomando inspiración de su comprensión cristiana pero sin intentar una representación directa de Jesús o la Biblia en sus obras.

En lugar de presentar una alegoría precisa, optó por explorar temas universales y morales a través de la ficción, utilizando elementos fantásticos como el león Aslan para transmitir mensajes más amplios sobre la fe, el sacrificio y la redención.

Así, aunque se pueden identificar paralelos entre ciertos eventos o personajes de los libros de Narnia y las historias bíblicas, Lewis no buscaba reproducir una narrativa religiosa específica, sino más bien ofrecer una interpretación imaginativa de principios espirituales. Por lo tanto, al leer sus obras, es importante comprender que Narnia es un mundo literario independiente que refleja, de manera única, las creencias y la cosmovisión del autor, sin pretender replicar fielmente los relatos bíblicos.

Polémicas

En el libro de “La última batalla” se produce quizá una de las escenas más polémicas de esta saga, y es que Susan es castigada con el destierro de esa nueva Narnia, esto es, del paraíso, por haber elegido, como diría San Mateo, la malicia en vez de la fe.

Para representarla, Lewis pone en palabras de Jill que ahora a Susan le preocupan las cosas relacionadas con “medias, lápices de labios e invitaciones”. Obviamente, la intención del autor es referirse a que ha querido ser adulta, pero con palabras desafortunadas que han envejecido muy mal.

Neil Gaiman, fan confeso de las Crónicas de Narnia, señalará que el tema de Susan, es problemático e irritante. También J.K. Rowling, admiradora de la obra que reconoce que influyó en su propio mundo mágico, resalta lo desafortunado de las palabras de Lewis. Imaginad por tanto las opiniones de autores abiertamente críticos, como Pullman.

Lewis dirá más adelante, en una de sus cartas, que pensaba que Susan podría volver a creer: “Los libros no nos dicen qué le sucedió, pero hay mucho tiempo para que se arregle, y tal vez llegue al país de Aslan al final “.

Pero lamentablemente, eso no es lo que aparece en los libros y lo que sí pone, interpretado en el mal sentido, ha sido empleado por sus críticos en numerosas ocasiones. Incluso sus defensores encontrarán difícil justificarlo, aunque lo cierto es que Lewis tan sólo representa aquí que el cielo es para los que son como niños.

Además, en cada personaje, Lewis representa un tipo de actitud frente a la religión:

Peter hace honor a su nombre, Pedro. Es valiente y muestra esa parte del hombre que cree poder hacerlo todo, pero cuando se encuentra sin Aslan dirigiendo los ejércitos de Narnia descubre que sin Dios no es nada.

Lucy representa la caridad, el cariño y el perdón. Es una creyente natural, que mantiene siempre la Fe y la esperanza.

Edmund es el débil, el traidor, el que se deja tentar, pero lo verdaderamente relevante es su redención, su perdón. Es el foco del libro y de parte de la saga, como es también lo verdaderamente relevante del cristianismo, no el pecado, sino el perdón.

Susan sin embargo muestra esa parte que representa el querer ser. No reniega directamente, pero convierte lo religioso en un tema secundario. Es el creyente que finalmente reniega.

En este contexto, es injusto criticar a Lewis por una frase sacada de su contexto religioso, literario y temporal en el transcurso de 7 libros, insistiendo en que no escoge las mejores palabras para representar lo que quiere decir.

Críticas

Las Crónicas de Narnia también han sido objeto de críticas por parte de grupos cristianos, que aseguran que la saga promueve elementos de paganismo y ocultismo. De hecho, el propio Lewis sostenía que la mitología pagana podría ser una preparación para el cristianismo, y además atravesó una etapa ocultista antes de su conversión.

En general, algunos críticos señalan que la serie presenta una narrativa moralizante y simplista, con personajes que a veces carecen de profundidad psicológica.

Otros argumentan que las representaciones religiosas en los libros pueden ser demasiado evidentes o dogmáticas, lo que podría alienar a ciertos lectores que no comparten las creencias cristianas de Lewis.

Además, hay quienes critican la supuesta falta de diversidad en los personajes y las relaciones de poder que reflejan estereotipos tradicionales de género y cultura.

Probablemente entre los principales críticos encontremos autores como Moorcock o como Pullman, del que haremos un post seguramente en el futuro. Curiosamente autores que también plasman su ideología en sus libros, por lo que la crítica no es a su literatura, sino a sus ideas.

Otro crítico inesperado de Lewis era su gran amigo Tolkien. Aunque admiraba el talento literario de Lewis, tenía discrepancias con respecto a la forma en que incorporaba elementos de la mitología y la religión en sus obras.

Una de las críticas más destacadas era su percepción de que la alegoría cristiana en la serie era demasiado evidente y simplista. Tolkien, un católico devoto, prefería una alegoría más sutil y compleja en la literatura, en contraposición a la representación más directa que Lewis empleaba en Narnia.

Además, Tolkien era conocido por su amor por la mitología y las lenguas inventadas, y sentía que Lewis podía haberse esforzado más en desarrollar el mundo de Narnia de manera más coherente y detallada.

En todo caso, es importante tener en cuenta que las críticas son subjetivas y que las Crónicas de Narnia también han sido ampliamente elogiadas por su imaginación, su capacidad para capturar la imaginación de los lectores jóvenes y su exploración de temas como la redención, la valentía y la lealtad.

Conclusión

En conclusión, las Crónicas de Narnia de C.S. Lewis ofrecen una perspectiva única que fusiona la imaginación literaria con temas universales y simbólicos, especialmente desde una lente cristiana.

 Lewis, influenciado por su propia conversión al cristianismo, utilizó Narnia como un medio para explorar conceptos espirituales y morales, aunque sin buscar una representación directa de Jesús o la Biblia. En lugar de eso, optó por transmitir mensajes más amplios sobre la fe, el sacrificio y la redención a través de elementos fantásticos como el león Aslan.

Aunque ha sido objeto de críticas por su aparente simplificación moral y religiosa, así como por su falta de diversidad de personajes, las Crónicas de Narnia siguen siendo ampliamente elogiadas por su capacidad para cautivar a los lectores jóvenes y explorar temas importantes con imaginación y profundidad.

En última instancia, la interpretación de Narnia como una obra literaria con un trasfondo cristiano debe ser entendida como una expresión única de la cosmovisión y las creencias del autor, sin pretender replicar fielmente los relatos bíblicos.

Es importante abordar estas obras con una mente abierta y comprensiva, reconociendo tanto su riqueza simbólica como sus posibles limitaciones. Mientras que algunos lectores pueden encontrar inspiración y profundidad espiritual en las Crónicas de Narnia, otros pueden tener críticas legítimas sobre su representación religiosa o su enfoque moralizante.

En última instancia, la literatura de fantasía y su simbolismo religioso nos invitan a explorar las profundidades de la imaginación humana y a reflexionar sobre cuestiones fundamentales de la existencia. Ya sea que nos sumerjamos en las tierras de Narnia o en otros mundos fantásticos, encontramos una riqueza de significado y belleza que nos desafía a contemplar lo divino en lo cotidiano y a encontrar nuestra propia verdad en medio de la fantasía.

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por Atreyu

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